Habla el padre de la pequeña Olivia, asesinada por su madre en Gijón: "No permito bajo ningún concepto que el odio forme parte de mi vida"

LA NUEVA ESPAÑA entrevista a Eugenio García en el aniversario del crimen que estremeció a Asturias: "El suicidio de Noemí fue un último acto de soberbia y cobardía"

Eugenio García con su hija en una foto cedida por él

Eugenio García con su hija en una foto cedida por él

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Eugenio García es el padre de la pequeña Olivia, la niña de seis años que fue asesinada por su madre, Noemí Martínez, hace justo un año. Su cuerpo lo localizó la Policía después de que Martínez la atiborra a pastillas pocos días después de haber perdido la custodia en favor del padre. Hoy, la localidad segoviana de Torrecaballeros, guarda cinco minutos de silencio en memoria de la cría. Eugenio García atiende a LA NUEVA ESPAÑA para repasar este último año

-¿Cómo se siente ahora que se cumple un año sin Olivia?

-Con una sensación de vacío. Con un gran dolor, tristeza y con mucha añoranza. Ahora hace un año desde aquel fatídico día en que nos la arrebataron, irremediablemente no puedes dejar de pensar que es un año perdido, que durante este largo año, no hemos podido disfrutar de Olivia que no hemos podido abrazarla, no hemos podido jugar con ella, montar en bici, viajar en moto con papá, nadar, saltar, reír, llorar y, otras tantas cosas que hacen que, ese sentimiento de vacío infinito, que me sobrevino hace un año, persista, perdure y ahonde aún más en la herida. Pensando en todo lo que nos quedaba por hacer, por descubrir y nos habíamos prometido hacerlo juntos, todas esas experiencias que un padre espera poder vivir con su hija. Olivia sólo tenía 6 años y una vida por delante, pero todo ello nos fue arrebatado de la manera más cruel e infame.

-Cada fecha, el cumpleaños, ahora el aniversario, tiene que ser muy dura. ¿Cómo ha vivido toda la situación?

-Todas las fechas son difíciles, pues todos los días tienes que asumir la ausencia de Olivia. Por unos momentos al día te resistes a creer que Olivia ya no está y, deseas que todo haya sido un mal sueño, pero ese momento dura un sólo instante, cuando regresas a esa realidad en la que Olivia ya no está. Ha pasado un año de lo sucedido, y ahora, toca revivir un momento especialmente duro. Quizá, aunque sea difícil de explicar, más duro del vivido hace un año. Estos 365 días han dado para mucho. Tomas consciencia de la auténtica magnitud de la tragedia, de los huecos, de los lugares que eres incapaz de tapar y visitar a partes iguales, tu día a día se ha convertido en una yincana del dolor por donde quiera que pases. Ese peluche que compraste en esa tienda con ella, una simple cadena de hamburguesas se convierte en el castillo de los horrores para ti, ver su casco de la moto esperando a poder montar, la Nintendo DS que nadie utiliza ya. Por no hablar de parques, piscinas y abandonos… son tantos momentos y tantas ilusiones depositadas en cada uno de ellos…

-Prosiga.

-Si a esto añadimos cuando te viene al recuerdo, el momento más doloroso de tu vida, se te revuelve todo, el recordar aquellos días es una punzada en el corazón, una pena imposible de superar, y que, sólo el paso de mucho tiempo, hará que aprendamos toda la familia a vivir con esa pena. Durante este año, toda la familia ha vivido sumergida en un sentimiento de pena y tristeza irremediable, pero he de decir que, las innumerables muestras de cariño, solidaridad y de respeto recibido por la gente en todo momento, ha hecho que esa pena y esa tristeza que a todos nos aflige, se haya podido llevar con mayor serenidad.

-Han tenido muchos apoyos.

-No puedo dejar de agradecer el apoyo y el cariño que durante este largo año hemos recibido por los vecinos de la ciudad de Gijón, de Segovia, de Palazuelos de Eresma y especialmente de todos los vecinos de Torrecaballeros, con Rubén, su alcalde a la cabeza. Particularmente a mi mujer María, Elsa, mis padres, a mi hermana Inma y mi cuñado Edu, y sin olvidarnos de mis dos hermanos de corazón Chema y Daniel Labrador con sus respectivas esposas, a toda la familia que siempre estuvo ahí y, ahora también, a todos los amigos que nos han acompañado y arropado siempre, a mis compañeros de oficio que junto con la Diputación Provincial de Segovia hicieron posible la organización de un gran torneo de pádel en recuerdo y conmemoración de Olivia, a la asociación Anavid por su incondicional cariño, y compromiso en la defensa de las causas de violencia contra los niños.

-Son muchos.

Hay más. Está la Asociación de Guarda y Custodia Compartida de Segovia por su apoyo ilimitado, al magnifico equipo jurídico que con devoción se ha entregado a la causa de manera totalmente altruista. Por raro que parezca todavía existe gente de este calado moral, para conseguir una Justicia de la que también nos privaron, especialmente agradecido estoy a Ignacio Blanco, Julio Diéguez, Elena Marqués, Yobana Carril, Azucena Rodríguez y Daniel Labrador, a todos ellos y los anteriores, mil gracias.

-Noemí Martínez se suicidó en la cárcel. ¿Se siente perjudicado porque no se vaya a hacer justicia?

-Recibí la noticia ese mismo domingo por la mañana, por mi abogado Daniel Labrador. Hasta bien entrada la mañana no recibimos confirmación del suicidio de Noemí, mediante comunicación de la Fiscalía de Gijón, lamentando el suceso. Me duele enormemente porque Olivia se ha ido sin nada, sin poder hacer la justicia que se merecía. Ella ha sido la mayor perjudicada, una niña de 6 años que disfrutaba con cada una de las cosas que hacía, todo la gustaba y le hacía ilusión. Era una niña brillante en todos los sentidos, buena y agradecida, que rebosaba vida, suena tópico pero sé que hubiera llegado muy lejos, ella se comía el mundo y con su simpatía se ganaba a todo el que le rodeaba. Tenía toda una vida por delante, que le han arrebatado y todo sin consecuencias. El suicido de Noemí nos impide hacer la justicia que la niña se merece y la pátina amarillenta del tiempo hará que este asesinato caiga en el olvido pareciendo que nunca ocurrió, solo una niña de 6 años llamada Olivia que murió mientras dormía.

-Se siente, entonces, perjudicado.

-Me siento perjudicado porque no tengo una explicación de por qué me han quitado a mi hija y además por qué su madre nos ha privado de poder hacer Justicia, que era ya, lo único que nos quedaba, cosa que también nos han arrebatado. Noemí tuvo opciones, pudo elegir lo que hacía, Olivia no pudo decidir, su madre la ejecutó.

-¿Se imagina por qué lo hizo?

-Desconozco los motivos que llevaron a Noemí a quitarse la vida, como desconozco los motivos por los que Noemí decidió arrebatar la vida de su hija. Pero durante todo este tiempo, Noemí no ha mostrado el más mínimo signo de arrepentimiento, no ha pedido perdón nunca y, ni siquiera durante la intervención policial de ese fatídico día se interesó o preguntó por Olivia, durante su ingreso en el Hospital de Jove y durante su ingreso en prisión, tampoco. Noemí era consciente de lo que hizo y, no presentaba ninguna patología psiquiátrica que pudiera de alguna manera justificar su macabra conducta, tal y como determinaron los Médicos Forenses que la exploraron durante el procedimiento penal, e incluso, justificaba su acción, así que, no me queda más remedio que pensar, que la causa que la condujo a tomar la decisión de suicidarse, fue un último acto de soberbia y cobardía dirigido a impedir hacer Justicia y evitar ser condenada por un Jurado Popular, como la asesina de su propia hija de 6 años. De esta manera, impidiendo poder hacer Justicia a Olivia, mi hija y su asesina, caerán en el olvido, como si nada hubiera pasado. Noemí eligió el camino más fácil y sin duda alguna, el más cobarde.

-¿Cómo es su día a día?

-Durísimo, soy autónomo y por desgracia no he podido sentarme a llorar a mi hija como se merece. Hay días en que levantarse de la cama es como subir una montaña de 8000 metros pero no he podido permitirme ni un respiro, y tengo que agradecer a familia, amigos y clientes que hayan intentado hacerlo más llevadero. Vivo en el más absoluto vacío, de hecho en casa lo llamamos sobrevivir. Cada mañana me levanto viendo fotos de mi "pirata" y eso me ayuda a ponerme en pie, luego ya la vida se impone, y hay veces que como un autómata sigo adelante. Mi mujer dice que no vivimos día a día sino momento a momento. Esto es una montaña rusa por desgracia con más caídas en picado que remontes, pero que intentamos superar. La pena nunca la voy a quitar, lo que hago es intentar aprender a vivir con ella.

-¿En qué momentos se acuerda más de su hija?

-Las 24 horas del día, como te decía anteriormente mi motor para levantarme cada mañana es ver en diferentes dispositivos las fotos y vídeos de los momentos vividos con ella. No entiendo la vida de otra manera. Y cualquier cosa, detalle de lo que veo en casa, en la calle, en casa de mis padres, en mi negocio… hacen que por un instante se me encoja el corazón. Creo que no pasa un minuto al día en el que no recuerde a Olivia y las ganas que le ponía a la vida.

-¿Le duele cómo fue tratado el asunto por algunos sectores?

-Me duele, sí, pero porque he sido una víctima injusta de todo esto, con Olivia y conmigo no se ha hecho justicia, y cuando se hizo ha sido muy tarde. La sociedad no está preparada para recibir ese mensaje de madres asesinas y, sólo buscan culpables en los padres, pero el odio y la maldad no entienden de género y no son patrimonio exclusivo de los hombres. Cuando nuestra sociedad tome conciencia de ello, quizá sea demasiado tarde para restablecer todas las vidas perdidas por el camino.

-Profundice.

-Yo soy un claro ejemplo de lo que digo. He sido juzgado por los desvaríos de una mujer alimentada por el odio, por unos hechos que no cometí y que, defendí mi inocencia hasta el final, pero mi palabra no valía nada, aun a pesar de haber probado que Noemí mentía y faltaba a la verdad, tal y como dedujo el Juez de lo Penal. El sentimiento de indefensión y frustración es infinito. Es una situación que hay que vivirla para entenderla. Estos 5 años han sido una tortura para mi familia y sobre todo para mí, una pesadilla que ha tenido el más horrible de los finales. Ojala esa justicia no hubiera llegado nunca y mi hija siguiera viva. Volvería a pasar por ello una y mil veces si eso nos devolviera a Olivia.

-Sorprendió su humanidad durante la despedida de la pequeña. ¿Cómo lo hizo?

-Después de 5 largos años de infierno judicial, durante los cuales he sido cuestionado absolutamente en todo, denunciado por todo lo que se le ocurriese, teniendo que demostrar todos los días un comportamiento ejemplar, en donde por más que alzaras la voz, no se te oía, donde el sistema judicial mira hacia otro lado, donde antes de poder probar tu inocencia, ya has sido juzgado y condenado socialmente. Cuando notas que toda la gente te mira de otra manera, cuando tienes que dar explicaciones de algo que no has hecho, cuando te obligan a recoger a tu hija en un punto de encuentro, cuando te impiden el disfrute de tu régimen de visitas a capricho de la madre... Después de haber soportado todo eso y, finalmente te arrebatan a tu hija a manos de la persona que se suponía que debía protegerla y, de la manera más cruel y miserable, ya no te queda ánimo para más combates, y para más batallas estériles, nada puede ya, devolverme a mi hija, ahora sólo me sale llorar su ausencia.

-¿No siente odio?

-El odio ha llevado a esta situación. El odio trae destrucción, es capaz de eclipsar todo. Si hay algo que no me permito bajo ningún concepto es que forme parte de mi vida. Se lo debo a Olivia y a todos los padres y madres que se encuentran embarcados en un proceso similar. Si yo habiendo perdido absolutamente todo, puedo. Vosotros tenéis mínimamente la obligación moral de por lo menos intentarlo.

-¿Ha tenido contacto con la familia de ella?

-El mismo día de mi traslado a Gijón a recoger el cuerpo de mi hija contacté con la familia de Noemí para facilitarles los datos de su entierro. Para que, sin ninguna acritud por mi parte, pudieran acudir a despedir a su nieta y sobrina, asegurándoles que no tendrían ningún tipo de reproche e impedimento por parte de mi familia, como así sucedió. En esos días tan convulsos nadie podrá decir que hubo ni el más mínimo reproche hacia nadie, solo muestras de dolor y cariño infinito.

-¿Y después del funeral?

-Después intenté seguir manteniendo contacto, incluso presenciales. Pedí algunas cosas de Olivia que quería conservar como sus gafas rosas y la maleta con la que viajaba a Gijón. Solo son cosas materiales, pero para nosotros cobran otro significado pues formaban parte de ella. Un año después sigo sin tener sus cosas. Diez meses después sigo sin obtener ni siquiera contestación.

-¿Se imaginó alguna vez este desenlace?

-No, jamás pude llegar a pensar que una madre que lleva a su hijo en el seno de sus entrañas, que una madre que te da la vida, que una madre que debe de proteger a su hija, incluso con su vida, pudiera llegar a realizar semejante acto de vileza. La intención de Noemí siempre fue clara. Intentar hacerme daño a través de lo que yo más quería que era Olivia. Siempre intentó que no viera a la niña e, incluso llegamos a pensar que se trasladaría al extranjero para evitar así, las relaciones conmigo, con mis padres, las tatas.

-Se fue a Gijón.

-Su traslado obedeció a esas intenciones. Pero mi hija, mi familia y yo, nunca le permitimos esa desconexión que ella intentaba constantemente. Olivia quería a todos con locura y, cada vez que estábamos juntos, era como estar de fiesta. Olivia rebosaba alegría y simpatía, era una niña muy especial y, se dejaba querer por todos.

-¿Cómo hace para seguir adelante?

-Buena pregunta y solo puedo responder con preguntas. ¿Cómo se vive cuando tienes el corazón tan roto sintiendo que estás muerto en vida? ¿Cómo se vive cuando te arrebatan lo más grande que tienes en la vida sin más explicación? Ojalá tuviera un botón que me permitiera dejar de sentir tanto dolor, pero no lo hay. Sólo nos queda el consuelo de su recuerdo, el consuelo de haber luchado por ella, el consuelo de haberlo pasado y padecido todo por ella. A

-Ya...

Ahora sólo me queda el llorarla y visitarla todos los días en el camposanto de Torrecaballeros, en donde permanece a la espera de volver a reunirnos algún día y, hasta que llegue ese momento, miro todos los días al cielo pensando que Olivia nos acompaña y nos protege desde allí.¡Siempre en mi corazón, Pirata! Es y será un gran honor ser tu padre. Te quiero.

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