El Evaristo Valle homenajea a Javier del Río y se recrea en un centenar de sus obras

A partir de un retrato de su abuelo, el prestigioso arquitecto Manuel del Busto, el público va a poder hacer un viaje para conocer más a Javier del Río (Gijón, 1952-2004) a través de un centenar de sus dibujos, grabados, esculturas y pinturas. Obras realizadas por el malogrado artista durante tres décadas y que servirán para "un acercamiento a su propia figura", como explica Pablo Basagoiti, director de comunicación del Museo Evaristo Valle.

El espacio museístico gijonés acoge desde este domingo la muestra "Javier del Río, íntimo", en la que principalmente a través de sus autorretratos, y trazos de su entorno más cercano con escenas familiares o de los lugares que habitó, se puede descubrir la vida y obra del artista gijonés, del que se cumplen ahora veinte años de su fallecimiento.

De fondo el objetivo de "homenajear, recordar y poner en valor a uno de los creadores asturianos fundamentales del último tercio del siglo XX", con obras de Del Río que van desde finales de la década de los sesenta hasta a principios del actual siglo. Más de tres décadas de trabajo llevadas a una exposición "cercana", como enfatiza Basagoiti: "Queríamos que fuese un homenaje a uno de los autores fundamentales del arte asturiano".

Si potentes son los autorretratos que se podrán valorar en esta muestra, que se inaugura el domingo, a las 13.00 horas, también lo son las escenas familiares, los retratos de su padre, hermanos, sobrino o de su cuñado, el también pintor Ramón Prendes, además de los más especiales: los de su esposa, Lupe, y sus hijos Tadeo y Alicia. "Les transmitió su profundo entusiasmo por la vida y el arte", sostienen desde el museo.

Otras imágenes creadas por Javier del Río sirven para reflejar los lugares en los que habitó y le marcaron. Desde sus casas asturianas en Lué (Colunga) y La Albariña (en la parroquia gijonesa de Somió), hasta las gallegas de A Granxa y Boiro, en la provincia de La Coruña, o las que hacen referencia a su estancia formativa en Italia. "Incluso retrató a los perros que les acompañaron en la familia durante gran parte de su vida", matiza Pablo Basagoiti.

Javier del Río fue un pintor, grabador y escultor que viajó por Europa durante su juventud y se centró, en sus últimos veinte años, en los paisajes, rincones y luces de Gijón, su ciudad natal. Se movió entre la figuración, el surrealismo y la abstracción, dejando un estilo inconfundible, que ahora, dos décadas después, se rescatan en esta muestra en el Museo Evaristo Valle, con ese guiño especial a los autorretratos. "Fue uno de los artistas más inquietos y buscadores de Asturias y España. Se puede decir sin duda que fue un artista referente de los últimos 25 años del siglo XX", enfatiza Guillermo Basagoiti, director de arte del Museo Evaristo Valle. Los autorretratos, uno de sus fuertes, son analizados por Basagoiti: "Nicanor Piñole fue prolífico en autorretratos de espejo. Evaristo Valle se autorretrata de Juan Tenorio o Jovellanos. Y de Javier del Río se conservan unos 30, y es muy autobiográfico del momento que estaba viviendo, incluso refleja sus miedos, pero a la vez transmite una vitalidad única".

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