Un nuevo varapalo para Gijón

Vista de una de las zonas por donde debería pasar el vial de Jove.

Vista de una de las zonas por donde debería pasar el vial de Jove. / Juan Plaza

Editorial de Gijón

Editorial de Gijón

Cuesta recordar alguna noticia de la historia reciente de Gijón, si es que existe en la amplia hemeroteca de la ciudad, que haya causado tanto estupor, incredulidad e incluso rabia como este nuevo varapalo en el proyecto del vial de Jove. Que ahora se descubra, veinte años después de que se pusiese encima de la mesa el primer esbozo, que un túnel subterráneo para desviar el tráfico de la ciudad es «inasumible» supone un golpe a todos los gijoneses, en especial a los maltratados vecinos de la zona oeste. Que la alternativa sea un vial a cielo abierto, como se planteó a finales de los años ochenta del pasado siglo (y que se descartó por la firme oposición vecinal), es sencillamente kafkiano.

Por el Ministerio de Fomento (ahora Transportes) han pasado una larga sucesión de políticos, pero fue con el PSOE en la Moncloa cuando, de pronto, volvió a las portadas el vial de Jove. De la mano de José Luis Ábalos, y para tapar el escándalo que provocó su propuesta de reformar la estación de tren provisional en lugar de hacer una nueva (otro día ya hablaremos del plan de vías), apareció un nuevo proyecto de trazado para crear un acceso a El Musel, desde el enlace de la Peñona hasta la avenida del Príncipe de Asturias, a través de un túnel de dos kilómetros. Un proyecto que pasó por las manos de ingenieros, arquitectos y geólogos.

Ese anuncio reavivó la esperanza, pero pronto volvieron los retrasos. Fue la también socialista Raquel Sánchez, y tras mucho empeño de la anterior alcaldesa, Ana González, y del exvicepresidente del Principado Juan Cofiño, quien anunció a bombo y platillo (se espera, también, que de acuerdo con los técnicos expertos del Ministerio) que la obra iba para adelante. Volvieron las dudas en la licitación, pero se instó a la calma, porque eso, dijeron, no implicaría demoras en el inicio de las obras. Pero quedaba la foto final. La que se hicieron los dirigentes socialistas con las elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina. Al final, esa gran promesa electoral reventó ayer bajo la dirección de otro ministro socialista, Óscar Puente, que ni siquiera dio la cara ante la visita de Carmen Moriyón y su equipo. Una decisión, se espera también, basada en criterios de los técnicos ministeriales. Pensar que este proceso no es una estafa a Gijón resulta un acto de fe. O de militancia política.