El bucle de Carlos Marx: "El derribo del viaducto no acabará con el ‘sinhogarismo’ de la zona, lo trasladará a otro sitio", señalan los expertos

La pendiente bajo el puente, "más sucia que nunca", está "vacía" tras la agresión del viernes

Mantas y basura, ayer, bajo el viaducto de Carlos Marx.

Mantas y basura, ayer, bajo el viaducto de Carlos Marx. / Ángel González

La agresión registrada el pasado viernes bajo el viaducto de Carlos Marx, cuando, presuntamente, un hombre roció con alcohol a su novia y luego le prendió fuego, ha vuelto a poner negro sobre blanco la problemática de insalubridad y, en cierta medida, convivencia, que se registra en los bajos del puente.

Asomar la cabeza por la barandilla que protege el hueco bajo el viaducto permite asistir a un espectáculo dantesco. A menos de 100 metros de la estación, donde en cuestión de semanas –si esta vez sí se cumplen las previsiones del Ministerio de Transportes– llegarán los últimos y modernísimos trenes de alta velocidad de Talgo para cubrir la línea Madrid-Asturias, hay un callejón en cuesta que acumula kilos y kilos de basura: plásticos, bolsas, botellas vacías... Un callejón en el que el olor es difícil de soportal y por el que corren sin cesar varios hilillos de agua, posiblemente de la lluvia de los últimos días. Entre todo ello, un colchón con una almohada y una manta, posiblemente para intentar pasar la noche. "Aquí ya no duerme nadie. Desde hace días", explican dos hombres que conocen la zona, que reconocen haber pasado por la zona alguna noche. Aunque rehuyen hablar del asunto, aseguran que allí, los que se dejan caer por la noche, "son gente rara que a veces da problemas".

El "vacío" que se registra estos días es "habitual" después de que ocurriese un caso como el del viernes pasado. "Suele pasar que tras el revuelo que se formó con la Policía para detener al presunto agresor, ahora la zona esté más calmada durante unos días", explican fuentes consultadas por este periódico, sobre una zona en la que la conflictividad no es extraña y en la que resulta muy difícil, casi imposible, atajar el problema del "sinhogarismo".

Otro de los problemas señalados en esa zona es la insalubridad. Profesionales conocedores de la zona señalan que nunca habían visto esa zona del viaducto como ahora. Afirman que hace solo unos meses no había las acumulaciones de basura que se ven hoy. "Había hasta un recogedor y una escoba para que la gente pudiera limpiar y había camas que estaban bastante limpias", señalan. De eso hoy, desafortunadamente, no queda ni rastro.

Fuentes próximas a la concejalía de Servicios Sociales apuntan hacia lo complicado de gestionar esta situación. Señalan que el perfil de persona que se resguarda en bajo el viaducto, a escasos 100 metros del Albergue Covadonga, son personas sin recursos que muchas veces no quieren recibir ayuda institucional. Preferir pasar la noche con su pareja, no querer someterse a horarios, problemas de adicciones... Los motivos que les llevan a elegir el viaducto son, señalan, variados.

Los expertos describen los bajos del viaducto como una más de las "paradas" habituales de las personas sin hogar. Como lo era también la zona de las antiguas vías del tren, desmanteladas el pasado verano, o la zona de la sindical. "Uno de los problemas que hay en Gijón es el precio de la vivienda. Una habitación compartida, que sería la opción más económica, no baja de 300 euros", señalan. Esto hace que pensar que el derribo del viaducto, un proyecto que la comisión técnica de Gijón al Norte estudiará en los próximos días y que desde el Ayuntamiento se confía que pueda comenzar el año que viene, no atajará esta problemática: "Lo más lógico es pensar que este problema se trasladará a otro sitio".

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