Estos son los próximos lanzamientos que entre septiembre y noviembre inundarán las librerías con mayor atención: la quinta entrega de "Millenium", con la que los astros han vaticinado el mismo fracaso que la anterior, mientras David Lagercranzt sigue haciéndose pasar por novelista; la tercera entrega de Los pilares de la tierra, que llega porque el editor le habrá ajustado a Ken Follet los plazos, que al terminar la segunda ya decía "Necesito un descanso de la Edad Media"; llega el nuevo libro de Dan Brown, que es como si lo hiciera Stephen King, ambos sinónimo de fracaso; viene lo nuevo de Pérez Reverte, lo nuevo de Javier Marías, lo nuevo de Almudena Grandes? y el nuevo Premio Planeta, del que nadie se extraña que se falla en octubre y se publica en noviembre, con una tirada de cientos de miles de ejemplares. Es decir, este otoño se presenta medido por el anterior.
Con todo, entiendo que editoriales y librerías han de vivir con cierta seguridad, pero no es menos cierto que los proyectos excesivamente direccionados empiezan a caer. Imagínense lo manoseado que está un libro antes de salir que hasta existen trabajadores cuya labor es encontrar un título llamativo y desestimar el que brinda el autor, después de haber hecho lo propio con trama y personajes. Y así, el tan conocido "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas" de Laura Norton (que ni se llama Laura ni tiene un pasaporte distinto al mío) ha pasado por ese filtro. Lo que no comprendo es la negación por la apuesta. En mi experiencia como librero he podido ver cómo la poesía y el teatro han salvado, en la medida de sus posibilidades, a mi tienda. Y todo fue por sacar a los nuevos poetas y dramaturgos de los estantes, realizar un pedido a la editorial y destacar un poco mejor lo que ya teníamos: dar visibilidad, para que el cliente tuviera otra opción. Y junto al empuje de libros infantiles y de autoayuda, ganaron la batalla a la crisis.
Siempre he pensado que compramos lo que necesitamos, pero que indirectamente necesitamos que nos sorprendan. Como en todos los asuntos de la vida, quien se arriesga exige algo de fiabilidad, pero lo que no han visto estas empresas es que en la indeterminación se encuentra muchas veces el éxito masivo, cuando el mismo poder de promoción a un desconocido nos sorprende con una respuesta crítica del lector, que también juzga y avanza. En definitiva, no juzgarnos en masa para no perder por cobardía.
