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Profesor de Geografía e Historia

Vox e IU

Izquierda y derecha clásicas, entre la desubicación y la redefinición

Vox en auge ha llenado la plaza de Vistalegre en Madrid con más de 10.000 seguidores. La novedad desde los últimos 40 años, hay un partido grande de derechas en España. Propone re-centralizar la administración, contrario al aborto, suspensión de la autonomía catalana, ilegalización de partidos golpistas, deportar inmigrantes irregulares, tarjeta sanitaria común, español vehicular en la enseñanza, o rebajar el IRPF al 20%. Hasta ahora en España no había calado en votos un partido de derechas por el lastre ideológico del franquismo en la democracia constitucional pluripartidista. El franquismo fue de hecho la dictadura de las derechas sublevadas que ganaron la guerra civil a las izquierdas del Frente Popular. En cuanto se acerque a la ultra-derecha será irrelevante. En la medida que Vox evolucione como derecha democrática y moderna ampliará base social y resultado en votos. Racionalizar el desvarío autonómico es tema candente y pendiente. Pero cambiar la Constitución requiere 2/3 de los diputados.

Izquierda Unida por el contrario está en declive en los últimos años, eclipsada por Podemos. Procedentes del post-comunismo, en su caso el lastre es el fracaso claro y rotundo del socialismo marxista en Europa oriental en la segunda mitad del siglo XX. Actualmente debe aclarar si va a terminar confluyendo y diluyéndose en Podemos o manteniendo perfil propio, pero a su vez Podemos, surgido tras las movilizaciones del 15 M como indignación y alternativa popular, tiene el lastre del caos del chavismo en Venezuela y dos cuestiones a concretar. Primero si es un partido democrático o el club de fans de Pablo Iglesias. Y segundo si su proyecto es socialdemócrata, socialista o comunista, las tres cosas a la vez parece complicado y en casos contradictorio. Tampoco es coherente que en la tradición internacionalista de la izquierda, haya caído en la tentación de la equidistancia con los independentistas unilaterales, en vez de desmarcarse con un reformismo social viable y pagable; ahí está su reto para crecer.

Así las cosas no hay que escandalizarse porque haya partidos de derechas o de izquierdas, además de los clásicos de centro-derecha, centro o centro-izquierda, siempre que sean democráticos y respetuosos con el pluralismo. Lo de llamar fascista (acabado en Italia en 1944) parece una milonga cada vez más desfasada. Francia ha sido centralista durante 200 años y nadie diría por ello que la república francesa es de ultra-derecha. Sigue en pie el debate hasta dónde es justo el desarrollo del Estado del bienestar y si debe ser redistribuidor, y hasta dónde el libre mercado impulsa el empleo productivo y el crecimiento económico eficiente. Respecto a las próximas citas electorales, municipales y autonómicas, ahí prima menos lo ideológico y programático, y más la cercanía y los resultados. Conocer a este alcalde o grupo de concejales y considerar que han resuelto esto, o con ellos nuestra ciudad ha mejorado en lo otro. La Junta asturiana también puede resultar cada vez más multicolor: ¿Y la gobernabilidad?

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