El salto del Parque Científico Tecnológico a la Pecuaria está llamado a ser uno de los proyectos bandera de Gijón durante los próximos años si finalmente pasa de las musas al teatro. Un simple vistazo al plan elaborado por una consultora a instancias del Ayuntamiento es suficiente para percatarse de que se trata de una actuación de calado que va mucho más allá de la urbanización de un área especialmente sensible, encajada entre la Laboral y el campus universitario. La actuación se presenta como un paso decisivo para profundizar en el cambio de modelo productivo de la ciudad, basado en una menor dependencia de los sectores tradicionales en favor de empresas que generen un alto valor añadido mediante la innovación y con un personal altamente cualificado. E implica la creación de un tipo de espacio único en Asturias y poco extendido en España, donde los centros de trabajo conviven con numerosos servicios en una zona periurbana para generar nuevos ecosistemas económicos y favorecer la conciliación y el bienestar.

La lista de equipamientos que recoge el proyecto de ampliación, que ocuparía 218.000 metros cuadrados, provoca vértigo. Sus ideólogos proponen dos grandes edificios de poca altura para la instalación de las empresas, todas ellas dedicadas a la I+D, y con bajos destinados a comercios y hostelería. Pero no se quedan ahí. También piden habilitar gimnasios y cines, así como un gran aparcamiento subterráneo. E incluso levantar un hotel que facilite la pernoctación de visitantes que se acerquen hasta la zona, tanto turistas como trabajadores que lleguen a intercambiar conocimiento. En paralelo, abogan por habilitar una enorme zona verde para favorecer el esparcimiento, en consonancia con el entorno, así como reconvertir en jardín histórico la antigua Quinta del Duque, una conocida finca abandonada en Somió.

La operación persigue por lo tanto un concepto de Parque Científico que trasciende con mucho el conocido hasta ahora en los terrenos de Cabueñes, basado en un modelo más clásico. Implica crear un nuevo polo económico. Es sin duda un proyecto de ciudad por el que felicitarse, aunque tendrá que lidiar con dos obstáculos. Uno es de tipo urbanístico, ya que parte de la planificación se someterá al escrutinio de Patrimonio al desarrollarse en terrenos protegidos de la Universidad Laboral, debido a la categoría de bien de interés cultural (BIC) del gran complejo. Y el otro tiene que ver con un posible exceso de ambición, porque no está claro que un continente de este tamaño se llene fácilmente de contenido. Ahora, a todos los agentes políticos y sociales les toca arrimar el hombro para que una genial idea no muera de éxito antes de haber nacido.