Una vuelta a la Semana Grande

Editorial de Gijón

Editorial de Gijón

El cambio en el gobierno local ha vuelto a poner sobre la mesa el debate en torno a la duración y la programación de la Semana Grande, que lleva años a pie de calle sin que nadie se atreva a hincarle el diente. Cuentan los nuevos gestores municipales que a las celebraciones les falta algo. Que mejorarían notablemente si lograran superar la fórmula repetida desde hace ya mucho tiempo, basada en corridas de toros por la tarde (recuperadas en este 2023) y conciertos nocturnos en la plaza Mayor y Poniente. Muchos son también los vecinos que opinan que las fiestas mayores de la ciudad apenas se dejan notar, de no ser por el gentío, durante largas horas del día. De ese razonamiento, partió después de la pandemia un plan de la patronal hostelera para instalar casetas en algunos espacios urbanos, finalmente desechado en el anterior mandato y que ahora parece recobrar fuerza. Una propuesta que, como cualquier otra para estas fechas señaladas, genera partidarios y detractores. Pero eso no debe ser motivo para renunciar a la innovación. Más vale fallar que no intentarlo.

Antes de iniciar cualquier aproximación a la Semana Grande, es necesario entenderla en su contexto: un verano frenético de actividades sin solución de continuidad, algunas impulsadas por el Ayuntamiento y otras por promotores privados, que en muchas ocasiones organizan los principales conciertos y que, por norma general, son un éxito de público y crítica. Seguramente por este motivo, se ha entendido desde hace tiempo como un mal menor que estos días estén algo descafeinados. Pero, tomada esta verdad absoluta en consideración, no parece que haya obstáculo alguno para alargar las celebraciones, de tal manera que abarquen los días entre dos fines de semana, incluidos.

Cuestión distinta es la programación. Gijón no cuenta con un recinto para atracciones y casetas, al estilo de muchas ciudades sureñas, ni tampoco los bares salen a la calle, como ocurre tradicionalmente en localidades septentrionales. No hay un espacio físico que simbolice los festejos. Es en esa dirección en la que trabajarán en los próximos meses los gestores del Ayuntamiento. Habrá que tener en cuenta, antes que nada, que una renovación de la oferta no implique restar ni un ápice de protagonismo ni de afluencia a la Feria de Muestras, sino que sea un complemento del certamen. Y, al mismo tiempo, habrá que atender a los intereses de los vecinos. Pero la Semana Grande debe crecer en fechas y puede hacerlo en actividades. Es cuestión de voluntad política.