Taiwán ratifica su desvinculación de China

Jaime Torner Gracia

Jaime Torner Gracia

Hace algunos meses, analizando la situación sociopolítica y económica de Taiwán (isla de Formosa) resultaba previsible que podría reconvertirse en el avispero de Asia por el histórico contencioso territorial que mantiene con la China continental y sus divergentes modelos políticos. Desgraciadamente, tras las elecciones presidenciales del 13 de enero, todo indica que esta previsión pueda ser real en un futuro próximo. Me explico:

En primer lugar, Pekín reivindica su soberanía en Taiwán desde la guerra civil de 1949, cuando el nacionalista Chiang Kai-shek se exilió allí después de ser vencido por el comunista Mao Zedong y mantuvo la República de China (creada en 1912) frente la recién creada República Popular China; de la cual sigue sufriendo un cerco y aislamiento político internacional, solamente mitigado por el apoyo de EE UU.

En segundo lugar, desde entonces, Taiwán evolucionó a una democracia de economía solvente con una renta per cápita de 45.000$ (en 2018) para sus 23.000.000 de habitantes, cifra cinco veces superior a la de China Popular. De hecho, en Taiwán hay un sistema capitalista basado en la iniciativa privada (90% de pymes), siendo el primer país mundial productor de semiconductores para el mercado de ordenadores portátiles, "tablets" o teléfonos móviles.

En tercer lugar, en estas elecciones presidenciales concurrieron un candidato del hasta ahora gobernante Partido Democrático Progresista (PDP), de carácter independentista (con 35% en intención de voto); otro del KMT, defensor de la reunificación con China continental (28% en los sondeos) y otro del Partido Popular de Taiwán representando al voto joven despreocupado del riesgo de anexión (24% del sondeo); registrándose una campaña electoral con la persistente presión de Pekín y discursos intimidatorios de su Presidente, Xi Jinping.

Dicho esto, las urnas del 13-E confirmaron como vencedor a Lai Ching (candidato del PDP) con 40% de votos, dejando claro que Taiwán no desea ser absorbida por China Popular y perder su libertad democrática; tal como ha sucedido en Hong Kong, aun siendo considerada como Región Administrativa Especial, bajo el lema de "un país y dos sistemas".

Además, puesto que el Presidente electo de Taiwán es tipificado por Pekín como un "alborotador separatista", se augura un inevitable foco de confrontación en esta zona de Asia porque, para China Popular, Taiwán resulta una golosa potencia económica.

En definitiva, estas elecciones han confirmado que Taiwán se desvincula de la China continental con su deriva política independentista y, dada su cercanía geográfica a la misma (200 kilómetros), parece inevitable la reactivación de dicho avispero asiático porque Pekín nunca claudicará en sus aspiraciones soberanas sobre su "patio trasero" en la isla de Formosa. Tiempo al tiempo.

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