Opinión | Palabras con silencios

La dignidad de todas las vidas

Recuperar la doctrina social de la Iglesia

Que la dignidad de toda persona, ¡toda!, sin exclusión o recorte de ningún ser humano, sea "infinita" (no es exagerado el adjetivo), tenía que haber sido titular de televisiones, radios, periódicos. Debe serlo de todos los púlpitos, porque el documento, publicado el 2 de abril, emana del magisterio eclesial. Tristemente no ha tenido mucha publicidad. Solo han salido algunas alusiones de cuestiones novedosas de bioética como la maternidad subrogada o el cambio de sexo.

El texto se encuadra en el 75º. aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por las Naciones Unidas, que San Juan Pablo II resaltó "como el hecho más reseñable del siglo XX". Hoy son muchos los que advierten un retroceso preocupante, hasta el punto de hablar de una imperante "cultura de la muerte".

El documento "Dignitas infinita" comienza con una fundamentación de la dignidad humana, apoyándola en la filosofía y el derecho y calificándola de "ontológica", que le corresponde por el mero hecho de existir. Pero en estos momentos no estamos para muchas filosofías. Recuerdo la viñeta de "El Roto": "No necesitáis pensar; vivís en una sociedad avanzada". Para los creyentes la dignidad es sagrada e integral que afecta a todos los planos de la vida de la persona: humano, político, social, ético y moral, económico, existencial… y tiene un carácter transcendente que la hace inviolable e intocable porque hemos sido creados "a imagen y semejanza de Dios". Difícilmente se puede encontrar un fundamento y razón que la justifique y la defienda más. Hay argumentos de razón, pero al final los retorcemos para justificar violaciones que dicta la ideología correspondiente. La fuerza del poder está imponiéndose a la razón del derecho.

Lo novedoso del escrito es que no se contenta con denunciar solo la violación de la vida de los no nacidos y del suicidio asistido, sino que habla de todas las violaciones espinosas y reales actuales: el drama de la pobreza, la guerra, el trabajo de los inmigrantes, trata de personas, abusos sexuales, violaciones de mujeres, aborto, maternidad subrogada, la eutanasia, descarte de discapacitados, teoría de género, cambio de sexo y hasta la "violencia digital", tan frecuente y dañina. Hoy se da la paradoja que desde la iglesia ponemos muchos énfasis en el aborto y eutanasia y descuidamos las demás violaciones y el mal-llamado progresismo, a la inversa, convierte en derecho el aborto (hace dos días en el parlamente de la UE) y la eutanasia; y justifica y legisla a favor de los vientres de alquiler, el cambio de sexo, la trata de personas…

"Dignitas infinita" es un incentivo para recuperar la descuidada doctrina social de la Iglesia y hacer más frecuentes las Iniciativas Legislativas como la de la ILP de Regularización de los inmigrantes. ¡Aleluya!

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