Opinión

El viaje a ninguna parte

El gobierno de Moriyón y su forma de hacer política desde el inmovilismo y el conservadurismo

Ese es el título de una de las obras maestras de nuestro cine, que narra la historia de supervivencia de un grupo de artistas en los años de postguerra. "El viaje a ninguna parte" también podría ser el lema del gobierno municipal liderado por Carmen Moriyón aunque, además de una historia de supervivencias personales y políticas, que no es poca cosa, la gobernanza de nuestra ciudad incluye alguna otra derivada más a tener en cuenta. Hagamos un breve repaso.

Durante la primavera de 2023, Foro Asturias nos vendió un viaje de fantasía y color que iba a llevar a Gijón a otra dimensión. La primera etapa de ese viaje nos llevaba a un paseo bajo tierra por el Muro de San Lorenzo con estación terminal en El Molinón, como complemento perfecto, se decía, a un nuevo estadio que iba ser sede mundialista. Pocos meses después nada se sabe de ese proyecto que iba a ser realidad en un chasquido de dedos, y tenemos la certeza de que Gijón no va a ser sede del Mundial 2030, que, oigan ustedes, hacer unos carteles cuesta dinero, pero no echar una cuenta y hacer el canelo no tiene precio.

El viaje forista, además de permitir el tránsito de las piraguas por El Piles, nos iba a dejar respirar aire limpio en toda la ciudad y, como el milagro de los panes y los peces, con los motores de los vehículos campando a sus anchas. De lo que no sabemos nada es del Plan de Movilidad que iba a impulsar Carmen Moriyón; nada vamos a saber porque, según el concejal del ramo, eso solo vale para recibir fondos europeos y puede desarrollar las medidas que quiera, estén o no en ese documento. Toda una oda a la transparencia y buen gobierno.

Pero más allá del destino, uno de los principales alicientes de este viaje era la profesionalidad de sus organizadores. Alto y claro lo dijo la actual concejala de Hacienda, aunque no nos contó que iba a contratar cinco direcciones a dedo solo para su negociado. Será por profesionales. Ese mismo mantra iba a resolver cualquier problema derivado de la ejecución de obras, pero la realidad es que la vecindad de la avenida Pablo Iglesias o la calle Cataluña no lo acaban de ver claro.

Y lo mejor de todo iba a ser la compañía, porque con Vox no participaría del viaje. De ninguna de las maneras. Pero en un alarde de generosidad, resulta que quedaban plazas vacías y se hizo un sitio a la ultraderecha, que, al fin y al cabo, saben estar en las misas y en las corridas de toros. Pasados los fastos veraniegos, Moriyón se quedó con la mitad de Vox, queriendo convencernos de que un concejal puede acostarse de noche siendo de ultraderecha y levantarse al día siguiente como una persona moderada. Ya lo de pagar por unos camellos que no salieron a la calle en el día de Reyes o la fallida cubierta de la Plaza de Toros son cosas menores.

Pero no se engañen, "El viaje a ninguna parte" de Carmen Moriyón y su gobierno no es una mera cuestión de supervivencia, que también. Tampoco una carencia absoluta de rumbo y proyecto político, que también. Este viaje se basa en una manera de hacer y entender la política, aquella que opta por el inmovilismo y el conservadurismo. Un viaje muy ideológico que niega cualquier ideología.

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