Opinión

Cosmo

La bienvenida a este mundo

Bienvenido, mi amor: no sabes cuánto te he esperado, cuánto he rezado para que todo fuera bien, que ya sabrás que últimamente la suerte no está totalmente de nuestro lado. Pero tú, cariño, eres la prueba fehaciente de que Dios escribe recto con renglones torcidos. Parece que no querías llegar a este mundo, tardaste días en decidirte. Y cuando lo hiciste, pusiste de los nervios a tus papis. Treinta y seis horas para lograr ver esa cara tan preciosa, son muchas, Cosmo, pero a ellos ya se les ha olvidado. Mi tercer nieto, mi primer varón. El hijo de mi "bebé", ese que aún sueño cuando me vuelvo hacia atrás viendo las estrellas en mi cuello cuando atacaba la laringitis. A pesar de todo, yo era feliz, estando con él cuando no podía respirar, porque ese tiempo era solo nuestro y de alguna manera mágico. Tienes Cosmo, dos maravillosas primas que son mi vida, como ya, desde este momento, a casi dos mil kilómetros de aquí, lo eres tú.

También eres, Cosmo, una maravilla de razas. Española, alemana, griega, y por tu cuerpo fluirá sangre especial mediterránea, vikinga, helena. Aprenderás seguro, como tu madre, los tres idiomas y me dirás tata: ich liebe dich, S’agapó, y muy muy pronto: Tata te quiero, como me dicen tus primas. Y tu tata, cariño, se morirá de amor, porque sois los tres el mejor regalo de una vida que, aunque más que plena, no ha sido fácil, fácil.

Te enseñaré la playa que tanto le gusta a tus papis, y si tengo mi rodilla nueva, igual hasta podemos hacer excursiones con tu tío el explorador y tus primas, para que conozcas lo hermosa que es la tierra donde nació tu padre y tu tía te pondrá guapo guapo con ropa supermoderna.

Esta vez volaré a Berlín con tu Tato, de otra manera mi vida, con toda la ilusión del mundo, dando gracias y dejándome inundar por una felicidad y una alegría, cielo, que tú me estás devolviendo. Por eso, dentro de poco te tendré en mis brazos y descubrirás a qué saben las lágrimas de una española asturiana, una güelina que es una auténtica llorona, pero las lágrimas de felicidad, Cosmo, son lo mejor del mundo, que de las otras ya he derramado demasiadas. Ahora nos toca ser felices, y si hay que llorar, que sea de emoción, de alegría o de risa.

Ah, se me olvidaba. Además, tienes una abuelita medio bruja, o brujihada como dicen tus primas, porque sabrás que el día 7 de junio me pasé mirando el reloj todo el tiempo para cerciorarme del día que era e intentando recordar a qué me sonaba esta fecha. Pensé en todos los cumpleaños, aniversarios y demás, y nada no me salía nada relevante. Y es que, en el fondo, mi amor, mi corazón sabía que lejos de mí, sin saber nada, tú estabas luchando con todas tus fuerzas, demasiadas horas, para salir a este mundo. Tus papis tuvieron la buena cabeza de no decirme que iban ya a recibirte, porque esas 36 horas me hubieran matado. Peroestás aquí, un 7 de junio, que ya nunca se me olvidará.

Bienvenido a este mundo, Cosmo. Gracias, gracias, gracias.

Suscríbete para seguir leyendo