Casa García, la quintana con hórreos, gallinero y huerta que resiste al desarrollo urbanístico en Lugo de Llanera

La familia Menéndez García es dueña de esta propiedad tradicional enclavada entre bloques de pisos: "Nos costaría mucho deshacernos de ella, le tenemos apego emocional"

Casa, dos hórreos, gallinero y huerta. Así es Casa García, de Lugo de Llanera, una quintana asturiana que resiste al desarrollo urbanístico de la localidad en medio de bloques de pisos y con las grúas asomando, mientras los cuatro hermanos de la familia Menéndez García y sus descendientes disfrutan de fines de semana y vacaciones en la propiedad que compraron sus abuelos, Consuelo y Benjamín, a principios del siglo XX, cuando todo alrededor eran prados.

"Aquí estamos encantados porque vienen los nietos, los sobrinos, siempre hay alguien en la casa aunque no vive nadie de continuo. Nos juntamos a comer, hacemos muchas cosas y siempre estamos organizando algo", comenta Manuel Agustín Menéndez García (Manolo), dueño de la finca junto a sus hermanas Fermina, Marisol e Isabel, tras heredarla de su madre, Fermina, y su tía Piedad, que era soltera. "Era la que llevaba la casería, mi madre tenía un almacén de piensos", detalla.

La antojana de Casa García.

La antojana de Casa García. / Sara Arias

La casa tiene dos hórreos en los que guardan las calabazas que crecen en la huerta. Son visibles desde el exterior y en estas fechas llaman la atención por su colorido y las flores de la planta. Esto no pasa inadvertido para los vecinos y los niños de la localidad. Los primeros le piden flores para cocinar y los segundos para decorar sus casas o acudir a fiestas de Halloween. "Vienen un montón de críos y hay calabazas de todas las formas y colores", dice Manolo mientras muestra la caja donde recoge semillas para sembrar el próximo año.

Las manzanas y calabazas de la huerta bajo el hórreo.

Las manzanas y calabazas de la huerta bajo el hórreo. / Sara Arias

También tiene un gallinero con unas cuantas decenas de gallinas y gallos, cuyos huevos se reparten entre la familia. También las verduras y hortalizas que Manolo cosecha en una de las doce fincas que tiene la propiedad por los alrededores y dos montes. "Recuerdo de pequeños que íbamos a por escobas para estrar (preparar la cama del ganado)", apunta García, quien da cuenta de que su abuela, la que compró la casa, murió en 1997 "a tres meses de cumplir los 100 años".

Uno de los hórreos con los edificios detrás.

Uno de los hórreos con los edificios detrás. / Sara Arias

Desde entonces, su tía Piedad se fue a vivir a un piso, aunque mantuvo las labores agrícolas en la finca, y la vivienda se convirtió en el lugar de reunión de la familia. Empezaron sus padres a pasar temporadas y los hermanos han mantenido la tradición hasta la actualidad. Y nunca han pensado en vender la casa.

"Nos costaría mucho deshacernos de ella, le tenemos un apego emocional muy grande y ahora pasamos tiempo aquí con los nietos. Tenemos otra casa donde los almacenes de piensos de mi madre, en la calle Francisco Crabiffosse, pero yo, fíjate, no le tengo tanto cariño. Aquí pasamos tiempos muy felices", declara Manolo. Ofertas para vender la propiedad han tenido, sobre todo hasta el año 2007, cuando se produjo el inicio de la crisis económica del ladrillo. "Tampoco llegó nunca ninguna que dijeras, lo vendemos".

Manolo Menéndez García con sus gallinas y gallos.

Manolo Menéndez García con sus gallinas y gallos. / Sara Arias

Quieren mantener el legado de sus antepasados y que pase a las futuras generaciones de la familia, siendo una de las pocas casas del antiguo Lugo de Llanera que siguen en pie.