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IGNACIO LÓPEZ-ARANGUREN | Economista y ex consejero de Ensidesa

"La siderurgia es lo que es gracias a Fernando Lozano"

"Mi tío, el filósofo José Luis López-Aranguren, fue expulsado de la Universidad y marchó a EE UU, pero volvió descorbatado y con los pelos largos, y conectó, al igual que Tierno, con jóvenes y progresistas"

"La siderurgia es lo que es gracias a Fernando Lozano"

Juan Ignacio López-Aranguren Marcos nace en Madrid, el 10 de junio de 1946, pero a los pocos días es fotografiado en el paseo de Begoña de Gijón, siendo bebé y a causa de las vacaciones familiares. Aquella instantánea podría considerarse un anticipo del que fue su destino a partir de 1988, cuando es nombrado consejero delegado de Ensidesa, bajo las órdenes del presidente de la siderúrgica estatal, Fernando Lozano (1926-2012) - "algo de lo que siempre estaré orgulloso, porque si Ensidesa es lo que hoy conocemos se debe en gran parte a Lozano"-. Otro dato familiar le vinculaba a Asturias, ya que "el primer consejero delegado de Ensidesa fue mi tío Félix Aranguren, al que Suances le propuso en 1945 estar al mando del proyecto".

Sobrino del filósofo José Luis López-Aranguren, recuerda de éste que "fue expulsado de la Universidad y marchó a EE UU, pero volvió descorbatado y con los pelos largos, y conectó, al igual que Tierno, con jóvenes y progresistas". Después de estudiar Económicas, Ignacio López-Aranguren trabajó en Cepsa y en la multinacional SKF, de la que Ensidesa era el primer cliente. Después, en 1987, fue nombrado presidente ejecutivo de Altos Hornos del Mediterráneo y de Sidmed (Siderúrgica del Mediterráneo), dos filiales del INI y de Ensidesa, respectivamente. Al año siguiente su destino fue Ensidesa, actual Arcelor y propiedad de Mittal, "que no tiene en toda Europa una planta siderúrgica como la de Asturias". López-Aranguren dicta sus "Memorias" para LA NUEVA ESPAÑA en dos entregas: la presente y la de mañana, lunes.

Flechazo en Valladolid. "Mis padres, Eduardo López-Aranguren Jiménez y María Dolores Marcos Zambudio, se conocieron en Valladolid, por azar, y no según las conveniencias de la época. Mi padre, herido en la guerra civil, convalecía, pero hubo flechazo con una mocina tierna y con poca experiencia que debió de quedar prendada de él, que era algo ´gallito´ madrileño y que había terminado Ingeniería de Minas antes de la guerra. Luego fue llamado a filas, como alférez provisional, y fue primero requeté y después artillero; recorrió varios frentes y acabó herido en Valladolid. Cuando mi padre nació, falleció su madre, una vasca de Amurrio casada también por azar con un banquero abulense. Así que mi padre y su hermano, José Luis, vivieron huérfanos de madre e internos con los Jesuitas de Madrid, en Chamartín, donde, según nos contaba mi padre, ambos habían sido ´príncipes del colegio´. En esas cosas no le hacíamos mucho caso, porque nos parecía una batallita más, pero he sabido después que era el reconocimiento que daban a los mejores alumnos. La Banca de Ávila fue progresando, se unió con otros bancos, se creó el Banco Central y mi abuelo ya pasó a vivir en Madrid".

El ron de Cebú. "Mi madre había nacido en Cebú, Filipinas, ya que su padre, Eloy, castellano de Tierra de Campos, había emigrado con 15 años como consecuencia de que su padre había avalado a un hermano y se habían quedado en la ruina. Marchó a Filipinas, que no sólo estaba lejos, sino que no era el lugar tradicional de emigración. Eloy tenía estudios mercantiles, aprendió idiomas y a base de trabajo y trabajo le hicieron socio en la firma de importación y exportación donde trabajaba y de la que llegó a ser propietario. Y en los años treinta decide regresar a España y deja allí como socio a un sobrino que le salió ´rana´, ya que lo había vendido todo y se había largado a Argentina. En cualquier caso, a mi abuelo no le debió de ir mal, pues se estableció y compró propiedades en Valladolid y en su pueblo, Boadilla de Rioseco, cerca de Villada, famoso por las pipas Facundo y el eslogan "dijo el toro al morir: siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo". Mi abuelo se había casado con una tagala, Consuelo, que era fundamentalmente aborigen, y nacieron mi madre y su hermana en Cebú, donde habían matado a Magallanes y de la que Pío Baroja, en ´Zalacaín el aventurero´, decía que era una ´isla de mujeres con piel nacarada y amantes del ron´. A mi madre no le hacía mucha gracia lo del ron".

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