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La nueva emigración asturiana

Elena Delia Fernández chatea con su madre, Ana Cano. M. V.

Rosario Fernández: "No nos cuenta todo, pero es más cariñoso"

-¿Cuándo cortaste el pelo, hijo?

A_Rosario Fernández no se le escapa detalle de la vida de su hijo, David García. Viven a más de 8.700 kilómetros de distancia, él en México DF y ella en Pola de Lena, desde 2011. "Nos dijo que tenía que ir porque necesitaba experiencia", afirma ella. Hablan por videoconferencia dos veces a la semana, se escriben en Whatsapp_a diario. "Hoy toca vídeo", anuncia Fernández. En el salón también están Jaime García, padre, y Tere Fernández, tía y madrina:_"Cuando marchó lo pasó mal, pero a los padres no les dijo nada. Me lo dijo a mí", afirma la última. La relación familiar no se ha enfriado aunque los separe un océano. Dice Rosario Fernández que "me parece que es más cariñoso, aunque hay cosas que no cuenta". David García percibe estos días que su madre le echa más de menos, porque los "tesoro", y "vida"_se multiplican en las conversaciones:_"Seguimos discutiendo igual", bromea. Se ven cuatro veces al año, cuando él descansa de su trabajo. Es responsable de tecnología de la empresa Futuver.

Matesanz: "No somos abuelos virtuales, estamos en su día a día"

Cristina Matesanz Cuevas y su padre, José Luis, desayunan juntos. A veces la familia también se ve en la cena y muchas noches son los abuelos los que leen el cuento de dormir a sus nietas -las hijas de Cristina- Lena y Ana, de 8 y 5 años. Momentos compartidos para los que sólo hay que recurrir "a tres clics". Los que ponen en marcha el Face Time -"la dinámica ya la dominan hasta mis hijas", asegura la madre- y "rompen la barrera de la distancia" entre Gijón y Munich: 1.914 kilómetros que quedan en nada. José Luis Matesanz, exjefe de Pediatría de Cabueñes, a veces hasta supervisa la salud de las pequeñas por la pantalla del móvil. "Con los nietos la necesidad de contacto es inmensa. Para su abuela y para mí verlos crecer es todo. No somos abuelos virtuales, estamos muy presentes en su día a día gracias a la tecnología y siento que no nos perdemos nada de sus vidas", razona. No hay drama en esta familia de emigrantes fruto de una generación bien formada que no se puso fronteras. "Nos vemos más que si viviéramos en la misma ciudad; es muy especial", ratifica la hija.

Marta Rodríguez Pin: "Echo de menos a mi hermana cada día"

Todos los domingos, Elena Rodríguez Pin se conecta un ratito a internet para hablar con su familia. Es mediodía en Houston cuando la ovetense abre Skype, pero ya son las siete de la tarde en San Claudio (Oviedo), donde residen su hermana Marta y sus padres. "Cuando me despierto, ya tengo mensajes para ponerme al día de lo que pasa en España", escribe Elena, desde Estados Unidos. "Al principio era más complicado, hablábamos por Messenger, pero ya te limitaba algo, y te obligaba a estar conectado al ordenador. Desde que hay Whatsapp el contacto es más habitual", relata Marta Rodríguez Pin., que reconoce echar de menos a su hermana gemela cada día:_"Siempre estuvimos juntas, dormíamos en la misma habitación, estudiamos la misma carrera. Aquélla fue la primera vez que nos separamos en toda nuestra vida. Me gustaría que volviera, pero por su carrera es complicado". Elena, en todo caso, también se plantea volver:_"Me pierdo muchas cosas, por lo que me gustaría estar más cerca de casa. Sobre todo ahora, que nuestros padres se van haciendo mayores".

Ana Fonseca: "Antes sólo podíamos mirar el correo en el trabajo"

La sierense Ana Fonseca y su hija Laura Rodríguez han sido testigos de la evolución de la tecnología y su influencia en las comunicaciones entre las familias. Hace más de una década, Laura se fue a estudiar a Inglaterra y entonces las comunicaciones, comparadas con el momento actual, estaban todavía en pañales. "Al principio teníamos sólo el correo electrónico, pero nosotros ni siquiera teníamos internet en casa; ella escribía los correos y era su padre el que los contestaba desde el trabajo", explica Ana. "Y con el teléfono pasaba lo mismo; llamabas desde una cabina cada tres días", añade Laura. Hoy todo ha cambiado extraordinariamente. Laura está terminando su máster en violín en Münster (Alemania), tras cinco años en la ciudad, y madre e hija hablan todos los días. "Es una suerte tener una herramienta como Skype, que además sea gratuita", dice Laura, aunque precisa que ahora han optado por las llamadas vía Whatsapp, que son más inmediatas. El próximo mes Laura volverá a la Pola para ver a su madre, que estará feliz de no tener que verla a través de una pantalla.

Elena Delia Fernández:"No hay trabajo para nadie en Asturias"

Elena Delia Fernández Cano ha trabajado para la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) y para Airbus, y en la actualidad reside en Barcelona y trabaja para Fusion for Energy, la Agencia Europea para el proyecto internacional de Fusión Nuclear ITER. Pero ni siquiera esas credenciales le permiten encontrar un trabajo acorde a su formación en Asturias. "Mi marido, que también es ingeniero, y yo llevamos muchos años en los que siempre pensamos que íbamos a volver a Asturias, pero lo pensábamos con el corazón y no con la razón. La realidad es que en Asturias no hay trabajo, y ya no es que no lo haya para nosotros: no lo hay para nadie", sostiene. Su madre, la catedrática de Filología Románica Ana Cano, defiende la necesidad de que los jóvenes estén preparados ante este escenario laboral:_"Si de mí dependiera, los ´Erasmus´ serían obligatorios". Elena Delia echa en falta el contacto diario:_"Una de las cosas que echo de menos es poder tener alrededor mío, en el día a día, a las amistades y a la familia. Eso el Skype o el Whatsapp no es capaz de sustituirlo".

Pablo Sanjuán: "Hablar con mis hijas costaba 400 euros hace años"

El hostelero avilesino Pablo Sanjuán se ha resignado a que sus retoños, Ana y Covadonga, hagan las Américas fruto de sus cualidades para el golf, un deporte en el que destacan y que les ha valido sendas becas en universidades de Indiana (Estados Unidos). Lo malo es la distancia: "Es duro no verlas salvo en verano y Navidad", confiesa el padre. Lo bueno fue descubrir la utilidad de una herramienta como Face Time, la aplicación móvil que permite a los Sanjuán verse y hablarse en cualquier momento. "Es tan sencillo como tocar un botón y hablar; fácil y práctico, incluso para mí que soy un usuario básico de las nuevas tecnologías. No quiero ni pensar lo que sería tener a mis hijas en Estados Unidos y no poder hablar a diario con ellas", explica el empresario. Ana Sanjuán, la primogénita, asegura que las videoconferencias con sus padres le hacen "olvidar" que está a miles de kilómetros de ellos, y su padre destaca lo económico del invento: "Cuando sólo había teléfono, el presupuesto de comunicaciones de una familia con hijos en el extranjero podía ser de hasta 400 euros al mes".

Guillermo Villa: "El teléfono ha muerto, prefiero los mensajes"

"El teléfono, tal y como lo conocemos, ha muerto". Así de claro lo dice el noreñense Guillermo Villa, economista y doctor en Investigación en Medicina, que vive y trabaja desde hace años en Suiza junto a su esposa, Aesha Khan, también economista. "No uso el teléfono para hablar con mi familia y amigos en España, me parece muy intrusivo. Prefiero dejar un mensaje de Whatsapp y ya me responderán cuando les parezca, si les parece. Por la misma razón, no tengo ningún ritual ni ninguna periodicidad específica para hablar, lo que hago casi siempre usando Whatsapp o Facebook", explica Guillermo. Aesha, cuya familia reside en Gijón, tampoco usa Skype o herramientas similares, aunque reconoce que "no podría vivir sin los audios de Whatsapp. Es mi único nexo con el día a día de la gente que me importa". Para estos dos jóvenes, las redes sociales tienen un componente lúdico, aunque un año atrás, cuando anunciaron su boda, lo hicieron a través de Facebook y Skype. "No todos lo entendieron, pero es su problema. Los tiempos están cambiando, queramos o no", dice Guillermo Villa.

Ana Fernández: "Me envían fotos de comida para darme envidia"

Ana Fernández Inguanzo empezó su periplo internacional con una beca "Erasmus" en Nottingham (Reino Unido). "Me fui por la oportunidad de estudiar en una Universidad europea, aprender inglés e ir a otros departamentos de Filosofía. Simplemente por la experiencia de poder ver otra cultura", explica la joven, natural de Naves de Llanes y que ahora tiene 25 años. Ahora cursa el máster de Filosofía de la Ciencia, Tecnología y Sociedad, en la ciudad holandesa de Enschede. Echa de menos España, "claro que sí", pero no se plantea volver. "Hay cosas buenas y malas. Para estar en una Universidad, aprender, ganar experiencia y estar en contacto con un sentido más profesional de mi carrera, me gusta mucho estar aquí, aprendo mucho", explica la llanisca, que recomienda esta experiencia "totalmente", pues ve "más movimiento y más posibilidades de aprender. Te enriquece mucho y cambias tu visión del mundo". "Mis padres se han tenido que poner más con la tecnología para hablar conmigo", explica. Su madre le envía fotos de comida desde Asturias: "Lo hace para darme envidia".

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