La Atención Primaria en Asturias: revitalizarse o morir

La escasez de profesionales y la desmotivación de la plantilla tensionan la red de centros de salud | El Principado intenta atajar la crisis con una mejora retributiva vinculada a trabajar más horas

Uno de los espacios del centro de salud de La Ería (Oviedo). | MIKI LÓPEZ

Uno de los espacios del centro de salud de La Ería (Oviedo). | MIKI LÓPEZ

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

La dimensión de la crisis de la Atención Primaria puede medirse como la superficie de un rectángulo: multiplicando la base por la altura. La base es la escasez de médicos. La altura, la desmotivación que muestran. Si fuera un rectángulo en 3-D, la tercera dimensión, la profundidad, sería el desplome del prestigio de esta especialidad entre las nuevas generaciones de médicos, más aficionados a la alta tecnología y al resto de alicientes que ofrece la medicina hospitalaria. Este desprestigio puede provocar que las posibles soluciones al problema caigan en saco roto. El año pasado quedaron sin cubrir en toda España 200 plazas MIR para especializarse en medicina de familia; de ellas, 10 en Asturias. O sea, había oferta de plazas, pero hubo médicos que prefirieron repetir el examen MIR que elegir familia.

Una "puerta" que se cierra. La red de Atención Primaria, eso que algunos llaman "la puerta de entrada al" y otros llaman "el eje del" sistema sanitario público, se halla en una crisis creciente. El modelo vigente en los últimos 40 años está en riesgo. La asistencia por las mañanas de lunes a viernes seguramente está más consolidada, si bien es cierto que en algunos centros urbanos proliferan las quejas de usuarios por la falta de respuesta o la tardanza de la misma. Lo que más peligra es lo que se denomina "atención continuada", la que se presta en las tardes, noches, fines de semana y días festivos. La cobertura de esas urgencias extrahospitalarias está generando conflictos en otros territorios: el que más ha trascendido es el de la Comunidad de Madrid.

Plantilla médica envejecida. La plantilla médica de los centros de salud está envejecida. En Asturias, en el cuadrienio 2019-2022, se han jubilado unos 200 médicos de familia, una quinta parte de la plantilla. La cifra de los que han finalizado su formación y se han incorporado al mercado laboral es inferior, factor que el Gobierno regional achaca con reiteración a los recortes de plazas MIR aplicados por el Ejecutivo central del PP en 2012 para atajar la crisis económica de aquel momento. La plantilla actual de facultativos especialistas en familia (918, frente a los 939 de 2019, según los datos del Sespa) significa un déficit de unos 200 efectivos sobre las necesidades reales, estima el Sindicato Médico de Asturias (SIMPA).

Los mayores de 55 años. Hay menos médicos de los necesarios y su edad media aumenta. Con un matiz añadido: buena parte de la plantilla rebasa los 55 años, edad a partir de la cual prolifera entre los facultativos el interés por acogerse al derecho a dejar de hacer guardias. El Servicio de Salud del Principado (Sespa) está denegando estas exenciones de manera creciente alegando necesidades del servicio.

Una población envejecida. Hay pocos médicos y hay más pacientes. Asturias pierde habitantes pero gana personas necesitadas de asistencia sanitaria. En 2001, año previo a la transferencia a Asturias de las competencias sanitarias, residían en la región casi 288.000 personas de 60 años y más. Ahora son unas 350.000, lo que implica un incremento superior al 21 por ciento.

Primaria

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Alternativa, las urgencias hospitalarias. Obviamente, dar cobertura sanitaria de proximidad las 24 horas de los 365 días del año exige una plantilla amplia. Y, si no la hay, debe aumentar la disponibilidad de los médicos a trabajar más horas. ¿Cuál es la alternativa a este modelo? Los ciudadanos la tienen clara: cuando en su centro de salud no encuentran lo que buscan, acuden a los servicios de urgencias de los hospitales. El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) superó el año pasado su plusmarca histórica de pacientes vistos: 347 al día, 23 más que en 2019, año previo a la pandemia. Esto significa un aumento del 7,1 por ciento; o sea, casi 8.400 enfermos más en todo el año. Añadamos un apunte: a las hornadas recientes de jóvenes especialistas en medicina de familia les gusta bastante más trabajar en servicios de urgencias de hospital que en centros de salud.

Barbón atiza la guerra autonómica. La crisis de la Atención Primaria viene de lejos y se ha agudizado con la pandemia de covid-19. En toda España. Como respuesta, el presidente del Principado atizó el pasado jueves la guerra entre comunidades autónomas al pedir que vengan a trabajar a Asturias médicos y enfermeros que ejercen en otras comunidades autónomas en condiciones "deficitarias e incluso insultantes".

Más dotación tecnológica. Se apoya Barbón en que el Gobierno asturiano ha elegido este año 2023, electoral por partida triple, para aplicar sus medidas de revitalización de la Atención Primaria. Primera medida: un plan para dotar a los centros de salud de más tecnología, con el objetivo de hacerlos más resolutivos. Segunda medida: una "reordenación de los roles" que desempeña cada profesional de Atención Primaria. Esta reestructuración de funciones se fundamenta sobre dos premisas básicas: "Reforzar el trabajo en equipo" y desplegar a los diversos profesionales de los equipos –médicos, enfermeras, pediatras, matronas, trabajadores sociales, fisioterapeutas, farmacéuticos, psicólogos, odontólogos...– por la comunidad a la que atienden, de manera que la atención que presten pueda etiquetarse con todo rigor como "comunitaria". Los médicos han venido a responder que bienvenida la tecnología, pero que el problema de fondo radica en la escasez de efectivos y de tiempo para dedicar a cada paciente.

Guardias mejor pagadas. Sabedores de que los médicos, como la energía, no se crean en cuatro días, y que lo único que cabe es transformar su nivel de motivación, los responsables sanitarios han optado por aumentar algunos complementos retributivos. El más nutritivo se aprobó el pasado lunes: un tipo de guardia que para los facultativos supone una remuneración de 43 euros la hora, frente a los 24,73 euros por hora a los que se paga la guardia convencional.

Muchas horas. Sin embargo, para acceder a este tipo de módulos, el médico de familia tiene que haber cubierto, en primer lugar, su jornada ordinaria, de 35 horas semanales, y también su jornada complementaria, que consta de 21 horas mensuales en el ámbito urbano –considerado más penoso e intensivo– y de 54 horas mensuales en el espacio rural. Esta jornada complementaria se remunera a precio de guardia convencional. Una vez realizadas las jornadas ordinaria y complementaria, para el facultativo entran en juego los módulos mejor pagados: los retribuidos según un nuevo complemento de productividad, denominado "cobertura incidencias" que supone 43 euros la hora para los médicos y 26 euros la hora para las enfermeras. Según la citada cuantía, el facultativo que realice al mes dos guardias de doce horas o tres de ocho horas, percibirá unos 1.040 euros brutos al mes.

Subida de las guardias ordinarias. El consejero de Salud, Pablo Fernández Muñiz, acaba de anunciar que en los próximos días se abrirá la negociación para mejorar la remuneración de la hora de guardia ordinaria. Según las estimaciones del Sindicato Médico de Asturias (SIMPA), la oferta del Principado puede significar que la retribución de la hora de guardia de los médicos aumente en 5 euros la hora, pasando en los días de diario de 24,73 a 29 euros brutos, lo que representaría una subida del 21 por ciento. Entre tanto, la remuneración del festivo aumentaría de 26,34 a 30,8 euros (una mejora del 18 por ciento). También en el capítulo retributivo, a nivel nacional, se han habilitado unas condiciones económicas muy ventajosas para animar a seguir en activo a los médicos que alcanzan la edad de jubilación.

Un acuerdo con partidarios y detractores. La casi unanimidad de apoyo sindical al acuerdo del pasado lunes no parece traducirse en unanimidad entre los médicos. Una de las visiones más optimistas las abandera José Antonio Vidal, secretario general del SIMPA: "Tengo mucha esperanza en que esta situación se regenere y en que los médicos de familia empiecen a ver atractivo trabajar aquí. Creo que este acuerdo contribuirá a ello. Que las horas se paguen mejor significa un reconocimiento, pero entiendo que lo más importante es mejorar la organización, la coordinación y la vinculación entre los profesionales de los equipos".

Más atractivo para los jóvenes. Obviamente, médicos hay muchos y sus circunstancias son muy diversas. Está, por una parte, el profesional joven, en plenitud física y con ganas de ganar dinero para adquirir una vivienda y labrarse una posición. Sin duda, a este perfil puede resultarle atractiva la posibilidad de trabajar más horas.

Irritación entre los veteranos. En el extremo opuesto, los más irritados con el acuerdo son los facultativos con plaza fija más veteranos. Las razones quedan bien explicadas en esta valoración de Juan Navarro, médico de familia del centro de salud de Navia: "El nuevo modelo mejora las condiciones de los eventuales empeorando las de los fijos. A la sobretensionada semana tendremos que añadirle las guardias de sábados, domingos y festivos, dándose además la circunstancia de que entre los eventuales algunos tienen exención de guardias o reducción de jornada, con lo cual más ración para los fijos. Nos dirán que vamos a estar mejor retribuidos, ¿para qué, para mermarnos físicamente? Por si fuera poco, esta carga la basculan por igual, sin atender a la edad".

La aspiración a conciliar. Está, por otra parte, el facultativo que no desea una cartelera laboral extensiva. Por las razones que sean, su prioridad no consiste en trabajar más y más horas para ganar más dinero: "Tenemos que hacer 21 horas a precio normal, cuando antes hacíamos 15, y luego, ya si en el fin de semana no tienes otra cosa que hacer, ni vida personal o familiar, haces 24 horas más y te las pagan a precio de profesional que hace horas extra además de horas de guardia", lamenta una médica gijonesa.

Beneficiados y perjudicados. Otro análisis ilustrativo parte de Rubén Villa, presidente de la Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria (SAMFYC). La cita es extensa, pero jugosa: "A mi modo de ver, los grandes perjudicados con este acuerdo van a ser los propietarios de plaza menores de 55 años que hacen guardias y trabajan en centros urbanos. Hasta ahora podían, más o menos, elegir si querían o no hacer guardias, y nunca en fin de semana. Ahora, se les va a pedir y a pagar que hagan un fin de semana al mes. Y como hay gente que a lo largo de su trayectoria lo pasó realmente mal, considera que como ellos lo pasaron mal siendo temporales, ahora que son propietarios necesitan cierta comodidad laboral, y que son otros, los que se incorporan ahora a la empresa, los que deben hacer lo que ellos no quieren. Esto es un problema, porque la situación de los que acaban ahora es completamente distinta a hace 15 o 20 años. Ahora los jóvenes tienen un catálogo de ofertas laborales, nunca han estado en el paro. Yo, cuando acabé, tenía que decir sí o sí a lo que me ofrecían. Y cobré dos o tres años de paro. Se ve un enfrentamiento entre jóvenes y viejos, entre titulares y eventuales, entre SAC y no SAC. Cada uno, y es lógico, mira por su propia situación".

Un riesgo serio. ¿A dónde puede llevar esta dinámica? Los expertos no se muestran optimistas. "Si no se produce un giro radical, asistiremos a un alejamiento de la población, a una mayor desconfianza y a la definitiva debilitación del sistema sanitario. Las consecuencias negativas para la salud de las personas y las economías familiares serán inevitables", señala Enrique González Fernández, experto en gestión sanitaria y autor del libro "La quiebra del Sistema Nacional de Salud". A juicio de Elena Arias, exgerente del Sespa, la acumulación de problemas "podrían contribuir, si no lo remediamos, a una muerte lenta de la Atención Primaria".

Horizonte convulso y electoral. El panorama sanitario está agitado en toda España. Asturias se libra, por el momento, de una movilización de dimensiones notables. Si algo saben los conocedores de la sanidad es que en el mundo de la gestión no existen las panaceas. La búsqueda de equilibrios entraña dificultades. El intenso calendario electoral de 2023 promete emociones fuertes. Y en el trasfondo de esta convulsa situación, se adivina que la Atención Primaria afronta una fase crítica en la que el dilema puede estar servido: revitalizarse o morir.

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