Tol (Castropol),

T. CASCUDO

«Queremos que la tinta de los libros sirva para recuperar, o al menos evitar, que los mayores pierdan la memoria». Así describe la responsable de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Castropol, Manuela Busto, el proyecto que acaba de poner en marcha junto a los Servicios Sociales en el Centro Rural de Apoyo Diurno de Tol. Bajo el llamativo nombre de «Tinta para la memoria», han concebido una iniciativa que pretende usar los libros como punto de partida para abrir las puertas del centro y conectarlo con diferentes colectivos de la localidad castropolense. «El programa es ambicioso porque queremos dinamizar desde el centro rural el pueblo de Tol», precisa Busto.

En esencia es un programa de extensión bibliotecaria como las bibliotecas circulantes que la Menéndez Pelayo tiene en marcha en núcleos del concejo como Presno. «La idea es ofrecer servicios de la Biblioteca a colectivos que no tienen acceso a ella. Conscientes de que el concejo tiene una población muy envejecida y que vive dispersa, buscamos puntos de encuentro para ofertar iniciativas de este tipo», precisa Busto.

El programa «Tinta para la memoria», que lleva funcionando unos tres meses -los mismos que lleva abierto el centro- acaba de estrenar un rincón de lectura. En él se incluye un fondo de unos 150 libros y DVD. Están especialmente escogidos, según los gustos de los mayores. «Lo que más les gustan son los libros de tradiciones, oficios o fotografías antiguas; libros, sobre todo, muy visuales. Por eso también les traemos folletos turísticos de la comarca, porque suelen gustarles al llevar muchas fotos de la zona», explica la bibliotecaria. De hecho, dicen las trabajadoras que el día que descubrieron un tomo sobre fotos antiguas de Figueras casi no consiguen darles la comida, de la sensación que causó. Los fondos del punto de lectura se renovarán y actualizarán cada dos meses. Además el punto dispondrá de prensa diaria y revistas gracias a una subvención concedida por la Caja Rural.

Busto explica que el centro de apoyo diurno tiene al lado la escuela rural de Tol, lo que da pie a proponer actividades intergeneracionales fomentando la relación entre niños y mayores. «Queremos que el punto de lectura esté abierto a los niños, pero también a las familias del pueblo de Tol que no tienen por qué ser usuarias del centro». De momento, esta pequeña biblioteca exige a los usuarios la consulta de los fondos dentro del propio centro, pero dentro de poco tiempo se pondrá en marcha un sistema de préstamo gratuito, para lo que sólo se requerirá tener el carné de biblioteca. «Así podrán llevarse los libros a sus casas y ocupar el tiempo libre con la lectura», explica Busto.

«Tinta para la memoria» es, sobre todo, un proyecto a largo plazo que dará cobijo a diferentes actividades con el objetivo final de que los mayores recuperen o adquieran interés por la lectura.

Por su parte, la trabajadora social del concejo, Belinda Cuervo, explica que a los once usuarios que actualmente tiene el centro les vendrá bien la iniciativa. «Las personas mayores perdieron muchos hábitos porque con los años se van encerrando en sus casas y por eso necesitan que les ofrezcamos de todo. En ese sentido, el acceso a la cultura es muy importante». Sobre todo se persigue que recuperen las ganas de vivir y de sentirse activos y felices.

Quizás «Tinta para la memoria» ayude también a aumentar el número de usuarios del centro, que puede dar servicio hasta a veinte personas a jornada completa o, lo que es lo mismo, de diez de la mañana a cinco de la tarde.