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Miembro del RIDEA y cronista de Vegadeo

Vegadeo es Galicia, ¿no?

La historia de la personalidad territorial y administrativa de la comarca Navia-Eo

"Vegadeo es Galicia, ¿no?". Los veigueños que se trasladan al centro de Asturias para iniciar sus estudios universitarios o su vida laboral son recibidos habitualmente con frases como esta, pronunciadas unas veces con intención de burla y otras por simple desconocimiento. "No, no, te estás confundiendo con Ribadeo", solemos responder con paciencia (y a veces sin ella, todo hay que decirlo).

Por supuesto que Vegadeo no es Galicia, pero la verdad es que faltó bien poco para que se integrase en la comunidad vecina durante la transición del Antiguo Régimen al liberalismo. En aquellas primeras décadas del siglo XIX, en las que se gestó la actual división provincial de nuestro país, diversas instancias plantearon de manera reiterada e insistente la necesidad de modificar la personalidad territorial y administrativa de la comarca Navia-Eo.

Las disputas, confrontaciones y debates sobre dónde debía ubicarse el confín occidental de Asturias se iniciaron ya en 1810, cuando el gobierno de José I Bonaparte (apodado despectivamente Pepe Botella o Pepe Plazuelas) decretó una división de España en 38 prefacturas que contemplaba la inclusión del occidente asturiano en la zona llamada Miño Alto, con capital en Lugo. Esta división únicamente tuvo vigencia en los territorios controlados por el ejército francés y su duración no excedió de la presencia de las tropas napoleónicas, pero algunas de sus propuestas reaparecieron en planes posteriores.

Así, la incorporación a Galicia del territorio comprendido entre el Navia y el Eo iba a debatirse de nuevo y con mayor fuerza tras el Sexenio Absolutista. En el mismo año 1820 el oficial de Marina Felip Bauzà y el ingeniero de Caminos José Agustín de Larramendi presentan a las Cortes un proyecto de división provincial que introducía novedades sustanciales en los dos extremos del Principado: a la zona oriental se incorporaban los valles cántabros de Peñamellera y Ribadedeva así como el lugar de Tresviso, mientras que los pueblos de la orilla izquierda del Navia pasarían a depender de Lugo.

La propuesta suscitó una notable polémica en las Cortes entre diputados gallegos y asturianos; mientras los primeros aducían las más variadas razones de orden práctico para justificar la incorporación del occidente astur a Galicia, los segundos apelaban al sentir popular de los eonaviegos, que a decir del influyente Conde de Toreno "tienen una especie de oposición con la provincia limítrofe". Esta pugna entre razón y corazón se hace especialmente evidente en Ramón Fernández Reguero, benefactor insigne de Vegadeo y que veía beneficios indudables en la integración de la comarca en Galicia, solo acallados por un marcado sentimiento de pertenencia a Asturias que le llevaba a concluir: "A pesar, repito, de que conozco todas las ventajas y aún la necesidad de esta división, no soy capaz de solicitarla y sostenerla por la preocupación de asturiano, debilidad que no me atrevo a vencer por más que sea humillante y antifilosófica".

No faltaron tampoco propuestas intermedias y salomónicas para poner fin a las largas y tormentosas discusiones, como la de mantener Castropol y el sector costero en Asturias a cambio de incorporar a Lugo los pueblos de la zona montañosa, que tenían una mayor relación comercial con esta ciudad (de haberse aceptado esta solución, Grandas de Salime, Pesoz, los tres Oscos y Taramundi formarían hoy parte de Galicia).

Las Cortes se decantaron finalmente a favor de las tesis asturianas, pero no acabarían aquí los intentos decimonónicos de acercar el occidente de la región a Galicia; así por ejemplo, en 1887, y de acuerdo con el proyecto de nueva distribución territorial militar que acababa de presentarse en las Cortes, los partidos judiciales de Cangas de Tineo, Luarca y Castropol pasarían a formar parte del distrito militar gallego. Este proyecto, que finalmente no llegó a materializarse, contó con una fuerte oposición de la prensa asturiana, que no veía ninguna razón técnica ni política que sirviese de fundamento a esta disgregación: "Los tres citados partidos judiciales están unidos al resto de la provincia por una extensa red de vías de comunicación y separadas por la naturaleza de las provincias gallegas, a las cuales no las une siquiera el lazo de una carretera muchos años hace proyectada y todavía sin terminar" publicaba entonces el Boletín del Centro de Asturianos, una revista que había surgido en 1885 en Madrid con el fin de defender los intereses regionales en la capital del país.

En fin, los naturales del occidente asturiano muestran hoy un fuerte sentimiento de arraigo con Asturias que sin duda tiene su fundamentación histórica en aquellas pugnas del siglo XIX que muy sucintamente hemos descrito en las líneas precedentes.

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