San Martín y su veranín, como siempre. A ver cuándo los climatistas dejan de timar a los patanes y sacarles euros a manta -en el vídeo del otro día sobre la subida de las aguas sólo faltaba el oso Yogui exclamando «¡calla Bubu!» para completar un cuadro desternillante- y, también como siempre desde que ZP duerme en la Moncloa, España anda como el gochín de adviento, a punto de sacrificio.

A fin de cuentas, Chávez -el Gorila Rojo: gorila por golpista y rojo porque así se pinta- ha hecho lo mismo que practican aquí sus amigotes -iba a decir congéneres, pero, ojo, que me la pueden armar los del proyecto Gran Simio-, sí, exactamente lo mismo, llamar fascista, con la insistencia de los loros, a Aznar y a cuantos desde la orilla de la libertad se atreven a llevarles la contraria.

No está solo el matón en tal faena, el Coma Andante se ha hartado de insultar a Aznar, de llamarlo fascista y nazi, lo que no ha impedido que, después, ZP y los suyos lo hayan abrazado de forma emocionada. Visto así, ¿por qué ayer el Gorila Rojo, también conocido como el Bobo Feroz, no iba a decir lo que dijo?

Ante un golpista no caben las monsergas de ZP. Ademas, insisto, ¿por qué esta vez no y otras sí?

El Rey ha estado inmenso. Como en Ceuta. Como en Melilla. Hizo lo que hay que hacer con semejante tipo, espetarle «¿por qué no te callas?», que recordaba aquello de «¡que te calles Karmele!» o el «¡calla Bubu!» de Yogui -¡«calla bobo!» para el caso-, y es que aun dentro de la gravedad la escena también tenía su punto cómico.

A mi juicio, lo peor ha sido que cuando el Rey se fue ZP se quedó con el Gorila, el vice Coma Andante, Evo, los Perones, Ortega y toda la banda liberticida. Pobre España en tales compañías mientras en el mundo libre Bush, Merkel y Sarkozy se abrazan con sabia complicidad.

No podíamos haber caído más bajo. Si al menos el clima ofreciese una esperanza de cambio...