Agustí Villaronga es mallorquín, porque la suma de sus dos discursos tras ganar «Goya» de relumbrón no alcanzó la mitad del tiempo requerido para los agradecimientos por el ganador del premio al mejor corto porno o por el premiado con el «Goya» a la mejor pedicura. La gala del cine español fue una farsa porque, mientras «Pa negre» acaparaba nueve galardones, las cámaras de la televisión madrileña se concentraban obsesivamente en los perdedores Icíar Bollaín y Álex de la Iglesia. La todavía ministra Sinde remata el desaguisado con sus condolencias, «sentí que Álex no ganara más premios». Es decir, deseaba que la película del director mallorquín obtuviera menos premios. Y ahora vamos al mapa interior.

Villaronga es un hombre muy peligroso. No sólo ha enfrentado a la Guerra Civil con sus contradicciones, ha hecho lo propio con su Mallorca natal. «Pa negre» se estrenó por partida doble en la isla. En la primera ocasión, no puede hablarse de aclamación de un creador local. En la segunda, fue reestrenada desde Madrid, con la nominación para catorce «Goya», que se erige en el mayor éxito del cine catalán en toda su historia. Los mallorquines son muy disciplinados con las consignas madrileñas, por lo que mejoró la asistencia. ¿Cuántos espectadores tuvo la versión catalana en su debut en la isla? Se miden en cientos.

Por tanto, los espectadores reales se hallan muy por debajo de la suma de estudiantes de Filología Catalana, de profesores de esa asignatura, de funcionarios de promoción de esta lengua, de docentes irritados por la propuesta del PP castellanobalear de «suprimir» la ley de Normalización y de los restantes colectivos que abanderan el idioma. Villaronga ha hecho más por el catalán que ellos, y se vengan ignorando «Pa negre». Están en su perfecto derecho, pero si no van a ver al cineasta mallorquín en catalán, ¿por qué imponen a Sylvester Stallone en ese idioma a quienes sostienen la industria en la taquilla? No quieren cine en catalán, sólo quieren acabar con el cine. Tampoco aman su idioma más que cualquier otro, sólo quieren pelearse.