El fenómeno actual de los cocineros o cocineras que se han convertido en estrellas sin nada que envidiar a las del cine ha provocado curiosas derivaciones. La primera, que la nueva cocina, tan de moda años ha, parece cosa del tiempo de los dinosaurios. Ahora la cocina que se lleva es la sencilla, como dejó sentado esta semana en Gijón nada menos que Elena Arzak. El elogio a la patata, a la que calificó de manjar en estas páginas, es la prueba más clara de esa sencillez a la que tan aficionados somos en Gijón, donde gustan los platos potentes, de verdad, sin trucos. El mundo de la gran cocina es ahora mismo una seña de identidad de comunidades regionales y de países. La atención que levantan las clasificaciones de restaurantes y de fogones es la prueba de que se ha convertido en una industria de primer nivel. Aquella canción llena de humor que decía que el hombre viene de la patata no tiene sitio en la cocina de hoy, un asunto sencillo pero muy serio.