Dormir contando lobos

Francisco García

Francisco García

Cuando uno no acierta a quedarse dormido se pone a contar ovejitas. El ministro de Agricultura, sin embargo, recomienda la contabilidad de lobos antes de resolver un asunto que quita el sueño a muchos ganaderos asturianos: la necesidad de aplicar el plan de control de esta especie en la región a cuenta de los daños que provoca.

Contar lobos no es tan divertido como contar cuentos. Lo segundo, distrae; lo primero se antoja una nueva maniobra de distracción. Que se lo digan a la abuela de Caperucita y a las pocas queseras veteranas que quedan elaborando gamonéu en el puerto, que no tienen tiempo para leer a Hans Christian Andersen en las majadas. Este Luis Planas, que ejerce de campechano, debería desajustarse el nudo de la corbata, gastar una jornada de duro trabajo ministerial en la cabaña de un pastor de los Picos y ver que cada vez hay menos queso puesto a ahumar en las talameras. Y que cuente las ovejas y las cabras que restan en la montaña y repase el menguante censo de ganaderos. Le puede ayudar a echar los números Titón el de Onís.

Lo que tiene que hacer de una vez el titular de la cartera del agro para confirmar la certeza y la bonanza de sus supuestos desvelos a cuenta de la angustia de los ganaderos que se encuentran en el monte ovejas destripadas y terneros maltrechos de los cuartos traseros, es coger el toro por los cuernos y defender en serio a su clientela con argumentos más firmes que la palabrería. Y hacerlo de veras, con un par, no con el único interés fotogénico de ocupar la portada de este periódico agarrándole el pitón a un semental de Ascol.

Uno de los problemas de tener que soportar las ocurrencias de un gobierno ciclotímico donde pleitean cada día tirios y troyanos, defensores del lobo y detractores, es que uno se levanta con la ministra de Transición Ecológica cantando “cinco lobitos tiene la loba” y se acuesta con el titular de Agricultura entonando “mi ovejita se ha roto una pata, qué lata, qué lata”. Y en ninguno de los dos casos se puede dormir tranquilo ni el cante suena a música celestial.

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