Cuba y Madrid

El contraste entre la isla caribeña y la tolerancia de la capital española

Javier Batalla

Javier Batalla

Hoy parece que no es "políticamente correcto" decir que Cuba no es aquella democracia que muchos esperaban, pero por el contrario, parece ser, que sí es "políticamente correcto" para algunos –que ignoran o pretenden ignorar la situación real de Cuba– corear como loritos que nuestra capital Madrid es un infierno plagado de conservadores y fachas... ¡La idea de una historia oficial casi siempre suele ir acompañada de juegos malabares!

Cuba es un país que no resulta indiferente a casi nadie y en particular a la América hispanoamericana –no se puede entender España sin Cuba y Cuba sin España– ¡hemos compartido muchas historias relevantes!

Por muchas circunstancias vive –una vez más– momentos complejos que se repiten en el tiempo desde hace ya algunas décadas y que lamentamos. Es como si alguien impidiera al pueblo reconocerse como ciudadanos capaces de prosperar, y por lo contrario situarles como incompetentes, negándoles su talento, capacidad de trabajo, historia y sus ganas de vivir en un estado prospero y plural, con libertades y pleno desarrollo económico propias a cualquier otro lugar.

La perdida de fe en sus "elites políticas" y mecanismos ha alimentado sentimientos de malestar en general –tal vez– porque los ciudadanos observen que no hay nada peor que no vislumbrar el futuro y que la libertad es más importante que la igualdad.

Madrid fue, es y continuará siendo una ciudad universal, abierta, tolerante y liberal en el más correcto y honorable término. La capital de todas las Españas nos presenta como escaparate y espejo de ciudad generosa, motor de la economía de nuestra nación –una parte muy significativa de la inversión extranjera se asienta en Madrid– y centro de convivencia donde muchos pueblos del mundo se sienten integrados: europeos y asiáticos, árabes y africanos y todos aquellos que componen lo más rico de nuestra historia como hispanoamericanos –mexicanos y cubanos, peruanos o ecuatorianos, argentinos o venezolanos, entre otros– que tienen a la Villa y corte como referente. Lo dejo dicho el profesor Marcelo Gullo en su brillante libro "Madre Patria", "nada separa a España de América, ni a América de España".

La capital del territorio español lleva muchos siglos construyendo historia y por ello –como las grandes ciudades del mundo– es enclave y fogón de muchas culturas y pueblos. Nadie pregunta de dónde eres porque siempre ha sido una urbe que vive y deja vivir. ¡Madrid son muchas cosas que nos unen y nos engrandecen a todos!

Supongo que Cuba tendrá que mirarse al espejo de su realidad que no puede estar al margen del mundo en que vivimos actualmente –las cuentas son las cuentas y lo otro cuentos–, eso vale para todos. Cuando la democracia olvida su objetivo lo más seguro es que camine a marchas forzadas a la autocracia. Es obvio que las cosas de Cuba le corresponden a los cubanos –no solo al gobierno– y entre unos y otros deberán ajustar el mejor camino para un futuro de la isla y su relación con el mundo. Puede que dependa de lo que la geopolítica nos depare. A ver qué fichas mueven los rusos de Putin y los chinos de Xi Jinping en estos tiempos donde la pobreza esta cada día más globalizada.

Lo relevante en general –en política más aún– está en lo que se hace y no en lo que se dice que se va hacer. Los discursos son eso discursos, pero no hechos. "Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto", como dejo escrito el profesor y científico Alemán Lichtenberg.

El vínculo de España con Cuba es muy antiguo y continuara siéndolo. Miles de conciudadanos de la que fuera, tal vez, la más española de las islas viven hoy entre nosotros. Alejados ellos y muchos de nosotros de las esferas políticas, confiamos que el pueblo cubano –que debería ser soberano– consiga disfrutar de una vida más digna y que la isla asentada en las Antillas del mar Caribe alcance el "cansino y cacareado" vuelo anunciado por sus "elites políticas" que no debería ser otro que la prosperidad económica del pueblo que representan desde el siglo pasado…

Después de tantos años y acontecimientos da la impresión que está casi todo por revisar, principalmente la manera de vivir que pasa por la forma de gobernar.

Demasiado tiempo transcurrido para continuar con anzuelos emocionales, debates semánticos e ideologías primarias alimentadas por un populismo depredador. La aceptación del destino no es lo mismo que la conformidad.

En definitiva: ¡valores civiles no políticos, que eso y no otra cosa debería de ser!

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