Ventajas de hacerse mayor

Lo mucho que se aprende con el paso del tiempo

Antonio Arias Rodríguez

Antonio Arias Rodríguez

Dicen que hacerse mayor supone perder la perspectiva ingenua de la vida. Aquello del optimista bien informado –gracias a la experiencia– que se vuelve poco a poco un pesimista. Es una pena porque la felicidad abunda en la esperanza. Algo que va evolucionando en los últimos años de la vida profesional y que influye en todas las facetas de la madurez personal. De eso quiero escribir hoy.

Frente a la crítica superficial (el edadismo) mi percepción es que la gente te perdona los errores de la edad. Es cierto que recoges lo que has sembrado, pero en general, las relaciones laborales de la madurez incorporan cierta tranquilidad de espíritu cuando se acerca la jubilación. La legislación actual ha dejado margen para hacerla efectiva incentivando su retraso. En ese intervalo, dejas de ser competidor a medida que se acerca tu fecha de caducidad, sobre todo en la Administración, donde la experiencia prima. Bromeaba en la mili mi comandante –hoy mi amigo Paco Alamán– que sólo creía en Dios y en la antigüedad; y en Él porque era el más antiguo.

Con la pérdida de facultades te haces más indulgente (con los demás y contigo mismo) y con tendencia a evitar conflictos por nimiedades. Quizás porque usas más el sentido común como técnica de resolución. Los romanos lo definían "auctoritas frente a potestas". El problema es que también podemos hacernos más cascarrabias; una de mis películas favoritas es "Descubriendo a Forrester", sobre la relación entre un humilde chaval negro con su veterano mentor, que es un quisquilloso vecino escritor. Entrañable.

Si has nacido en la década de los cincuenta, como yo, te habrás dado cuenta de que empiezas a olvidar los nombres. Lo peor es cuando te encasquillas en un saludo y ese minuto se hace eterno, tras un cariñoso abrazo. En los congresos sufro lo mío, sobre todo si vas en grupo y procede presentarlo a tus acompañantes más jóvenes. Yo uso la clásica técnica de intentar ganar algún tiempo contando una anécdota conjunta hasta que llega la inspiración, alterando el orden natural de la introducción. Curioso que sepa tantas cosas de él, pero no recuerdas su nombre.

En fin, como dice el actor Michael Caine (90 años) "no está nada mal envejecer, considerando la alternativa". Hacerse mayor es una delicia si la gente con quien convives te acepta como eres. Algunos hasta ayudan intentando que no te des cuenta. Esos son los mejores. Entonces reconoces que has escogido bien los amigos. Ah, el artículo iba de envejecer. Una de las características de hacerse mayor es que te vas por las ramas con facilidad. Otra es que repites algunas cosas que ya dijiste ¿Les conté mi peli favorita? Ya veo que sí.

Puse en Google el título de esta tribuna (una de las raras veces en que decido el contenido tras el rótulo y no a la inversa) y me aparecen agencias de viajes a tutiplén. Es cierto que por el precio de unas tapas puedes viajar a cualquier capital mediterránea en miércoles. Eso sí: con antelación. Tiempo libre, en efecto. Eso vale dinero. Sobre todo en España, que la mensualidad media de los nuevos jubilados se aproxima al salario medio. A la caza del nuevo pensionista como cliente.

Por ejemplo: intenté comprar un coche frente a mi viejo utilitario. Ahora los nuevos modelos están plagados de relojes. Cómodos pero llenos de sensores y aparatos. Me siento antediluviano cuando el amable vendedor me muestra el freno de mano; aquel ruido al ponerlo (¡raaass!) ahora ha sido sustituido por un simple botón como si fuera un timbre. Y así treinta o cuarenta diferencias, todas llenas de comodidades. Te avisan si te desvías, o si te fatigas o te duermes. Dispositivos electrónicos muy beneficiosos para "los nuevos mayores" cuyo poder adquisitivo hace que los bienes de consumo se dirijan cada vez más a esa clase social. Lo contaba el economista Mauro Guillén el domingo pasado (magnífica entrevista de A. Rubiera en este periódico) explicando las etapas de la vida. Y los mayores, en este momento, están en una posición privilegiada de consumo frente a los jóvenes. Son un grupo de presión político y las pensiones, el 14% del PIB.

Me sorprendió la petición del gobierno vasco de gestionar las pensiones como parte del precio del voto en la investidura nacional, sabiendo el carácter deficitario de la Seguridad Social en ese territorio. En realidad, sólo intentan gestionar la comunicación: el logotipo que preside la carta al pensionista informando de la subida de su mensualidad. O el oficinista que te atiende o te da la cita previa. De otra manera, no se entiende.

Parece que los jubilados sólo quieren cierto orden en la economía. Que no sea de cartón piedra. El tiempo les ha enseñado que ese es el verdadero fundamento de la sostenibilidad de las pensiones y no el Boletín Oficial del Estado. Lo saben bien en Argentina cuando, hace 20 años, la economía real no pudo respaldar la paridad oficial impuesta del dólar. No parece ser cuestión de derecha o izquierda ¿Prefiere usted una pensión italiana o alemana? Con independencia del momento, la mayoría prefiere la germana, claro. Al final se trata de decidir a quién confían los ahorros: su cotización histórica. Y eso que nuestra pensión media (relativamente mejor que la alemana) ya lleva un 50 por cien de subvención, en términos actuariales; pero el pensionista se cree poseedor de un calcetín que ha ido engordando con sus aportaciones. En realidad, lo llaman pacto generacional. Lo de pacto es un eufemismo ofensivo, porque nadie ha sido consultado en la billonaria deuda que les dejamos. Y además deben costearnos las pensiones y la sanidad, de la que somos los mejores clientes. Siempre que hablo de esto con un veinteañero inicia su respuesta resignado: "Ya sé que a mí no me va a tocar nada …".

Lo último que he descubierto es que cuando te haces mayor te gustan las frases cortas. Una idea por párrafo. Me he esforzado en intentarlo para mis colegas. También incorporar nuestros temas favoritos de conversación. Al menos media docena hay aquí, y animo como saludable ejercicio diario a encontrarlos.

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