La semana política

El tigre en la habitación se llama Guillermo Peláez

El consejero de Hacienda, inesperada incorporación de Barbón, gana peso político a pasos agigantados, con su primer Presupuesto a punto de aprobarse

Vicente Montes

Vicente Montes

Guillermo Peláez, inspector de la Agencia Tributaria, fue la sorpresa cuando el presidente del Principado, Adrián Barbón, anunció la composición de su Ejecutivo. Prácticamente el resto de consejeros y consejeras se daban por sabidos y únicamente faltaba cuadrar un poco la estructura por la autoimposición de limitar a 11 las áreas.

El puesto de la consejería de Hacienda, un cargo aparentemente gris que solo atrae la atención cuando anualmente presenta las cuentas (o salvo algún desaguisado de financiación que generalmente suele ser complejo de simplificar) pocas veces "brilla" en la actividad diaria de un Ejecutivo. Guillermo Peláez accedió a él de manera un tanto azarosa. Su antecesora, Ana Cárcaba, ya había expresado su intención de volver a la vida universitaria. La primera mirada estaba puesta en el alcalde de Corvera, Iván Fernández, a quien Adrián Barbón ha tratado de tentar con la política regional en numerosas ocasiones, todas ellas sin éxito. Como segunda opción estaba repescar a Dolores Carcedo, portavoz socialista en la Junta, y que ya había desempeñado esa tarea en el Gobierno de Javier Fernández., pero sus reticencias para regresar al lado del Ejecutivo eran altas. También Carcedo había accedido en su día al cargo como opción última para sustituir a Jaime Rabanal, tras rechazarlo el catedrático de Economía Pública Javier Suárez Pandiello y haberse explorado a la que fuera directora del área Raquel Pereira.

En definitiva, que los consejeros y consejeras de Hacienda suelen ser discretos de puertas afuera, odiados de puertas adentro (muchas veces encastillados en el rigor contable) y en apariencia con pocas posibilidades de explicar y divulgar de manera fácil aquello que hacen, lo que suele llevarles a alejarse de la exposición pública.

Sirva esta larga exposición de preámbulo para justificar el título de esta crónica. Alguien me decía esta misma semana: "Con Guillermo Peláez ha ocurrido que sin ser primera ni segunda opción entró en escena a ocupar un puesto gris y ahora el PSOE se da cuenta de que tiene un tigre en la habitación".

La metáfora del "tigre en la habitación" suele emplearse en psicología para referirse a aquellos miedos inexistentes que generan ansiedad. Peláez no ha elevado, por el momento, el consumo de ansiolíticos entre los socialistas. Pero sí es cierto que el consejero de Hacienda ha sido la revelación del Ejecutivo, pese a algún patinazo inicial fruto de la bisoñez en la siempre compleja arena política regional, llena de matices y sobreentendidos, filias y fobias, y resortes secretos.

Peláez ha cerrado esta semana las intervenciones de los consejeros para explicar el Presupuesto. En unos días vivirá la experiencia de la aprobación de las primeras cuentas elaboradas bajo su mando. Gana puntos para convertirse en el portavoz del Ejecutivo y tiene todas las papeletas para ser el consejero que visibilice mayor firmeza dialéctica ante la oposición. En su intervención de esta semana mostró además el arrojo de tratar de convertir la compleja materia presupuestaria en algo comprensible, y se esforzó en rebatir uno a uno los argumentos de los contrincantes (con un tono más académico y coloquial, aunque desde una profunda discrepancia ideológica en el diálogo con el diputado de Vox Gonzalo Centeno, y con vehemencia y discurso político en las réplicas al popular Pablo González). En ambos casos con firmeza y apego al rigor de las aseveraciones. Quienes le conocen admiten que entre sus debilidades está su capacidad para subir pronto de revoluciones, en especial cuando el argumento del contrario no obedece a lo que considera lógico.

La biografía de Peláez ya da algunas pistas sobre su carácter. Con treinta años se lanzó a la osadía de presentarse como candidato a las primarias de la Agrupación Municipal Socialista de Oviedo (AMSO) para ser candidato a la Alcaldía. Terminó retirándose al no conseguir los avales suficientes y fue Wenceslao López quien finalmente ocupó el número uno de la candidatura municipal.

El consejero de Hacienda tiene terreno por delante en el que realizar un máster político: tendrá que bregar con las decisiones de financiación que adopte el gobierno de Pedro Sánchez y, tal vez, abordar la negociación de una reforma de la financiación autonómica que se producirá en un marco de alta tensión política y territorial. En todo ello se verá si actúa como reflejo de esa máxima enunciada por Barbón de que su Gobierno priorizará los intereses de Asturias sobre las consignas de partido. Por lo pronto, entre los deberes más fáciles, lograr que el Presupuesto del próximo año esté listo, como manda el Estatuto de Autonomía, antes del último trimestre del año. Pero el PSOE sí tiene claro que se le ha colado un tigre inesperadamente. Gestionarlo siempre es complicado, pero como animal de compañía es una importante ventaja, nadie lo duda.

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