Piñeres de Pría (Llanes),

Bárbara MORÁN

A las celebraciones en honor de la Concepción de Piñeres de Pría, en Llanes, no se les puede poner ni un pero. Es por lo tanto una fiesta sin tacha, inmaculada. Tres días de fiesta, que concluyeron ayer con los oficios religiosos del día grande y una muestra de canción asturiana.

Los cánticos tradicionales y el sonido de las gaitas inundaron de ambiente festivo, ayer, las calles de Piñeres de Pría. Un año más, fueron numerosos los vecinos y visitantes que se concentraron en torno a las doce del mediodía en la plazoleta de la capilla local para participar en los actos religiosos de la Inmaculada Concepción.

Eran las doce y media del mediodía cuando el sonido de las gaitas de la banda «L'Alloru», de Balmori, anunció a todos los presentes que los ramos ya habían emprendido su avance hacia la capilla para la celebración de la misa solemne.

Las mozas de Piñeres, ataviadas con trajes de llanisca, y los mozos, a la usanza porruana, fueron desfilando por el camino que conduce a la capilla, entonando los tradicionales cánticos como ofrenda a la Concepción.

La ofrenda de los ramos es un momento especialmente emotivo para los más veteranos, ya echaron en falta hace años esta antigua tradición durante el tiempo en que estuvo desaparecida. Hace unos años, un grupo de vecinos entusiastas decidió rescatar el ritual y fue entonces cuando se recuperó la ofrenda y posterior subasta de los ramos ofrecidos a la Concepción. Ambos rituales ya forma parte de los actos religiosos que acompañan a la festividad.

Los vecinos de Piñeres y un buen número visitantes acompañaron a los ramos hasta el templo, en el que el párroco local, Domingo González, ofició una misa. Después de la eucaristía, los presentes acompañaron a la imagen de la Virgen en su tradicional procesión por las calles de Piñeres. Un ritual familiar para los lugareños, pero muy vistoso y original para los turistas que se acercaron a la fiesta.

«Es una tradición muy curiosa y los trajes de las chicas nos llaman mucho la atención», confesó la bilbaína Isabel Yáñez, que disfrutó de los días del puente junto a su familia en el concejo llanisco. Tras los actos religiosos, los asistentes disfrutaron de una sesión de tonada, a cargo del porruano Celestino Rozada, con lo que se cerraron las celebraciones, que habían comenzado el pasado viernes. Buena parte de los actos festivos se celebraron, como cada año, al abrigo de un puente sobre el que avanza la Autovía del Cantábrico.

Los vecinos han sabido adaptarse a los nuevos tiempos y mantienen esta tradicional festividad, que cada año preparan durante meses con cariño para que todo salga a la perfección. Otro de los actos destacados de la fiesta fue el amagüestu de castañas celebrado el pasado lunes, en el bar de la localidad. Los integrantes de la comisión de fiestas ya empezaban a pensar ayer en las celebraciones del año próximo.