Nueva sale al paso del Cristo del Amparo
La localidad llanisca vive una calurosa jornada festiva con multitudinaria procesión y folclore en el emblemático barrio de Triana
J. Quince
Pasión y devoción como ninguna otra para los fieles del Santo Cristo del Amparo, que celebraron este jueves junto a los vecinos de Nueva de Llanes, en el barrio de Triana, el día grande de sus fiestas, declaradas de interés turístico regional.
Ya lo mencionaban los lugareños en la jornada de la víspera con el ritual del traslado de la hoguera, ser devoto de esta celebración "es más que un sentimiento". La tradición que perdura entre las distintas generaciones de las familias llaniscas de Nueva la convierte, junto a las fiestas de Nuestra Señora de la Blanca, en un emblema de la localidad.
La noche del miércoles, que se alargó hasta altas horas de la madrugada amenizada por las orquestas Grupo Ideas y Waikas, no fue excusa para comenzar la mañana con un buen madrugón. Desde primera hora, se sucedían las distintas ceremonias religiosas en honor al Santo Cristo del Amparo. Fue la misa de doce, cantada por el Coro Manín de Lastres, la más multitudinaria. Donde ya no cabía un alma en su interior, cientos de personas decidieron congregarse a la salida del templo y aguardar el inicio de la impresionante procesión que recorrería, una hora más tarde, las calles de la localidad llanisca.
El buen tiempo quiso ser aliado de la fiesta y las nubes de la jornada anterior se disiparon dando paso a un brillante sol que parecía cincelado sobre el intenso azul del cielo. Sin embargo, el calor apretaba algo más de la cuenta para aquellos que vestían el traje regional de las populares fiestas de Llanes: el de porruano y el de aldeana. "Estamos contentos porque hace muy buen día y la procesión va a estar mucho más lucida. Pero algo de aire no vendría mal para refrescar, ayudaría mucho", apuntó Vicente Sánchez. Esfuerzo de más, en ese sentido, para los ocho costaleros que elevaron sobre sus hombros la imagen del Santo Cristo del Amparo, encamado sobre un manto de claveles rojos, símbolo identitario de esta celebración.
La comitiva se extendía desde la capilla hasta varios metros de distancia, por la carretera AS- 379, rodeando la localidad de Nueva. La presidían cuatro ramos engalanados llevados por distintos grupos de porruanos, desde los más pequeños portando las ofrendas de menor tamaño, de rosquillas y pan dulce, hasta los adultos, con las de pan salado y gran altura. Tras ellos desfilaba la Banda de Gaitas del Principado, muy participativa en las fiestas patronales del concejo, y más de un centenar de aldeanas.
Las palmadas en las panderetas resonaban en todo el valle, así como sus cantares, tornándose en el eco que abrazaba cada rincón de pueblo, siendo viva voz de cada vecino y de cada devoto, y provocando admiración entre los visitantes. "Vinimos a hacer un poco de turismo y nos encontramos con la procesión, no pudimos mover el coche y nos quedamos a verlo. Me parece muy bonito, hay mucha gente y, además, participan también niños, lo que lo hace más especial", expresó el madrileño Raúl Estrada.
El desfile religioso continuó por el centro del pueblo acompañado del alcalde de barrio de Nueva, Lucio Carriles y los párrocos de la zona. Delante, un fervoroso grupo de fieles procesionaron vestidos con túnicas blancas y portando con solemnidad velas encendidas. Algunos de ellos lo hicieron totalmente descalzos, en señal de ruego, promesa o penitencia: "Es mi manera de pedirle por mí y por mi familia", explica María Morales, "no mucha gente está dispuesta a hacerlo y puede quedar raro, pero es una costumbre que hacemos y un compromiso, significa mucho para nosotros", contó. La música también fue protagonista de la parte final de la comitiva a cargo de la Banda de Música de San Martín del Rey Aurelio, llegada expresamente para la fiesta.
Una vez finalizada la solemne procesión, sería el turno de la parte más folclórica de la celebración en el barrio de Triana: la exhibición de los populares bailes regionales como la Danza Prima o la tradicional Danza del Cristo, para los cuales los llaniscos han estado practicando desde el pasado mes de agosto.
Ya en la jornada vespertina, una nueva danza recorriería el pueblo, esta vez la denominada "de los Casados". Una muestra más de cómo las tradiciones aún perduran en Nueva a pesar del transcurso de los años. La velada, además, estuvo amenizada por más bailes protagonizados por los porruanos y aldeanas, así como de pasacalles que hicieron las delicias de los presentes animando la fiesta hasta última hora de la tarde.
Para finalizar, las orquestas D Cano y Tekila pusieron el broche de oro a esta celebración multitudinaria que, como cada año, no terminó hasta que se sirvieron las tradicionales sopas de ajo. Una buena cena para cerrar las fiestas del Santo Cristo del Amparo, que se despiden por todo lo alto hasta el próximo mes de septiembre.
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