Pablo GALLEGO

Plácido Domingo estrenará en Washington una producción de la Ópera de Oviedo. La visión de Emilio Sagi sobre la ópera de Gluck «Iphigénie en Tauride», que pudo verse en el Campoamor en diciembre de 2007, ha sido la elegida por Domingo para la presentación de este título en la capital estadounidense. La versión ovetense de «Iphigénie» levantará el telón en las ocho funciones programadas para este título, en mayo de 2011, dentro de la temporada lírica de la que el tenor español es además director artístico.

Este éxito para la Ópera de Oviedo -y para la industria cultural asturiana- coincide en el tiempo con la presentación en la Ópera de Israel de «El barbero de Sevilla». Otra producción propia de la fundación que gestiona el ciclo lírico del Campoamor y una de las más polémicas de los últimos años. «Curiosamente, las producciones que tienen más tirón fuera son las que aquí parecieron conflictivas», afirma el director artístico de la temporada, Javier Menéndez.

Tras «El barbero», el segundo escándalo de la temporada 2008-2009 lo protagonizó «Un ballo in maschera». La propuesta escénica de la ovetense Susana Gómez recibió un sonoro pateo la noche del estreno, pero ha despertado el interés de la Opera North de Leeds (Inglaterra), que se encuentra en negociaciones con Oviedo para estrenar allí la versión asturiana de este título de Verdi. «Un ballo in maschera» se presentó en cinco funciones y fue la primera producción de ópera creada y construida por entero en Asturias, con escenografía de Carmen Castañón, vestuario de Maika Chamorro y Elisa Sanz e iluminación de Eduardo Bravo.

En Washington, el mundo de Iphigénie será negro de nuevo. En la ópera de la capital estadounidense volverá a verse el trabajo teatral de Sagi sobre la escenografía de Luis Antonio Suárez, los trajes de Pepa Ojanguren -que reinterpretan en negro la iconografía griega- y la iluminación, de nuevo, de Eduardo Bravo. Pero, sin duda, la estrella será el propio Plácido Domingo.

El tenor ha reservado para sí interpretar el personaje de Orestes. Un papel para barítono -como casi todos los roles que Domingo afronta en esta etapa de su carrera como cantante- que en Oviedo estuvo a cargo del madrileño Gabriel Bermúdez, uno de los valores seguros en la cantera vocal española.

Pero que la «Iphigénie en Tauride» del Campoamor viaje hasta Washington no es sólo un logro artístico. También económico, y de suma importancia en el actual panorama de crisis, en el que las subvenciones de las que vive la inmensa mayoría de las temporadas de ópera no hacen más que bajar. Por el alquiler a otros teatros de una producción, la Ópera de Oviedo recibe, según Menéndez, «entre 30.000 y 40.000 euros». Los mismos que desembolsa cuando es la institución asturiana la que trae de otros teatros los montajes que presenta en el Campoamor. «Con el tiempo se crea una red de contactos, y saben que con Oviedo pueden contar», afirma el «cerebro artístico» de la ópera ovetense. A partir de ahí empieza toda una serie de contactos, viajes y ajustes que terminan cuando se levanta el telón.

El próximo en hacerlo será el de la Ópera de Israel, en Tel Aviv. Y con un «El barbero de Sevilla» en el que Fígaro y Almaviva se esconden en cubos de basura y orinan contra la pared, Rosina se depila las piernas al ritmo de «Una voce poco fa» y Don Bartolo no es médico, sino dentista. También repiten dos de los cantantes que protagonizaron la quinta función de este título en Oviedo, los barítonos Borja Quiza y Enric Martínez-Castignani. En el caso de «El barbero», la Ópera de Oviedo no ingresará todo el dinero del alquiler de esta producción, al ser una coproducción con el Stadt Theater de Berna (Suiza). El mismo con el que montaron «Il viaggio a Reims», de Rossini, en un avión que visitó Tel Aviv en septiembre de 2005.

Con «Iphigénie en Tauride», «El barbero de Sevilla» y «Un ballo in maschera», la industria operística ovetense comienza su despegue. De la mano de Emilio Sagi, las producciones de ópera asturianas parten con una clara ventaja y afianzan la industria cultural en la región. El próximo paso será levantar «L'incoronazione di Poppea». Un título de Monteverdi que abrirá la próxima temporada lírica del Campoamor y en el que la diseñadora ovetense Patricia Urquiola debutará como escenógrafa. Otro valor seguro para lanzar al exterior las producciones de ópera hechas en la temporada del Campoamor.