Actor, realiza el trabajo actoral de la ópera «Tristán e Isolda», que el día 27 se estrena en el Campoamor

David ORIHUELA

Es Aníbal en «Tierra de Lobos», fue Iván Sierra en «Sin tetas no hay paraíso» y se convirtió en Paquirri para la teleserie sobre el torero. También ha pasado por «Aída» y «La que se avecina». Antonio Velázquez lleva 15 años en esto de la interpretación y le ha llegado su momento en la gran pantalla; pero tiene un pasado que siempre que puede intenta hacer presente. El joven granadino participa en Oviedo en la última ópera de la temporada, «Tristan und Isolde». Robert Dean-Smith es Tristán en la ópera de Wagner y Elisabete Matos es Isolda; Velázquez hace en escena, junto con su pareja, del reflejo del alma de los dos enamorados. En camiseta, pantalón amplio y descalzo charla en un camerino del Campoamor durante los ensayos de la producción. Antes de la primera pregunta hace una declaración de amor.

-Volver a Oviedo es volver a la inspiración. Estuve aquí hace cuatro años haciendo el mismo papel y me enamoré de la ciudad. Oviedo me inspira, me encantan su cultura y sus gentes, la última vez que estuve aquí escribí dos cortos.

-Una faceta desconocida, su relación con la ópera.

-Está en mis inicios. La formación de actor es muy dura. O pones copas, que lo hice, o lo pasas mal. El teatro Real de Madrid me dio una oportunidad de dejar de poner copas para trabajar como figuración. Fue la ocasión de ganarse el pan y de pisar las tablas de un escenario.

-... Pero además le gusta la ópera.

-También tuve mi época de «Iron Maiden» y «Manowar», pero me encanta la ópera. En mi casa lo que se escucha es música clásica, para mí Wagner es la perfección en la música.

-... Y repite en el Tristán.

-Estar en un montaje de Wagner es un reto muy difícil tanto para los cantantes como para la orquesta. El «Tristán» es una ópera cargada de erotismo. No recuerdo qué compositor dijo que en la partitura se pueden escuchar hasta siete orgasmos. La obra cuenta la historia de morir de amor, y es algo que todos hemos sentido, además, yo creo que se puede llegar a morir de amor. Wagner es un compositor muy «shakespeareano», porque ópera, literatura y teatro siempre se han alimentado unos de otros.

-¿Qué siente en el escenario?

-Cuando estoy en las tablas con estos cantantes de élite cantándote a pulmón al oído se me saltan las lágrimas.

-¿Se emociona más con la ópera que con un trabajo en televisión o en una obra de teatro?

-Cuando me pongo delante de una cámara también se me pone el vello de punta. En realidad, son trabajos muy distintos, el de Tristán es mucho más corporal, es más sentir, yo hago del «alma» del cantante.

-¿No es muy difícil estar en el escenario y transmitir sin hablar?

-Es difícil, pero lo es más aún hacer «Hamlet», por ejemplo.

-¿Este trabajo supone un descanso de tanta televisión?

-La verdad es que encajó perfectamente, y eso que con la logística de una serie de televisión es imposible hacer este tipo de cosas. El «Tristán» me ha permitido, por encima de todo, volver a Oviedo y al Campoamor, y esto ya era razón de sobra para aceptar el trabajo, pero, además, me permite desconectar un poco de Madrid.

-¿Con cuál de sus últimos trabajos se queda?

-De cada uno de ellos me llevo muchísimas cosas. Me encantó ser Paquirri, porque me dio la posibilidad de meterme en la piel de un personaje que ha existido y que está en la mente de todos. Lo que no podía hacer era imitar al torero, porque interpretación e imitación siempre se han dado de hostias. «Tierra de lobos» me ha dado la oportunidad de crear desde cero el personaje de Aníbal, sin tener tanta información como en el caso de Paquirri. Es un trabajo que me está dando muchas satisfacciones, porque Aníbal es un personaje que tiene muchas caras, y me encanta verlo crecer con el guión y ver cómo se convierte en un personaje muy sólido.

-¿Les da algún consejillo como actor a sus compañeros cantantes?

-No, no. Les tengo mucho respeto. He mamado desde pequeño el respeto que hay entre los cantantes, la orquesta, el maestro...

-Algo que no pasa en la televisión...

-Puede ser, se confunde la fama con otras cosas. A los actores no se los respeta como se debería, y cuando haces dos cosas en televisión parece que ya no puedes hacer la tercera, Siempre recuerdo una cosa que me dijo Luis San Narciso, un gran director de «casting», que además es asturiano: «En esta profesión se ve todo». Luis no contrata a nadie si no vale.

-¿Qué les diría a sus fans de televisión sobre la ópera?

-Que se compren las obras completas de Wagner.