"Como un simple cura de aldea, sencillo y sin séquito, llegó ayer a Oviedo, por ferrocarril el obispo-obrero. Nadie reconoció en él a monseñor Ángel, auxiliar del arzobispo de Lyón, superior de la Asociación Sacerdotal del Prado, y una de las más respetadas y prestigiosas en el mundo. Durante cinco años fue cura y zapatero".