En la segunda mitad del siglo XIX se fundaron en Cuba varias sociedades españolas, entre ellas la Sociedad Asturiana de Beneficencia en 1877, que como su nombre indica, estaba orientada a socorrer a los paisanos de aquellos indianos que se encontrasen en Asturias en situaciones de calamidades, epidemias o cualquier otro tipo de desgracia.

En 1884 un devastador terremoto sacudió varias provincias andaluzas, sobre todo Granada, donde estuvo el epicentro. Las muertes fueron elevadísimas y los destrozos enormes. Hasta Cuba llegaron los ecos de la catástrofe y la Sociedad Asturiana de Beneficencia participó con ayuda económica para los damnificados, probablemente en un exceso de voluntarismo que traería consecuencias más tarde.

El citado año de 1884 y el siguiente fueron años de cosechas ruinosas en los pueblos del sur-occidente asturiano, en los municipios de Allande, Degaña, Ibias, Cangas de Narcea y Tineo. Otro aspecto muy grave que coadyuvó a la tragedia de aquellos núcleos fue la epidemia de cólera de 1885 causando una altísima tasa de mortandad. Ante la situación catastrófica planteada, las miradas se dirigieron a Cuba a fin de recabar ayudas de la colonia asturiana de la isla, representada por la Sociedad de Beneficencia. Sorprendentemente la sociedad denegó la ayuda solicitada con el agravio reciente de haber socorrido a los andaluces.

La negativa de ayuda a los pueblos de occidente irritó a muchos miembros de la Sociedad. Entonces surgió la propuesta de Manuel Valle de fundar un Centro de Asturianos. En torno a Valle se aglutinan destacados asturianos, preferentemente ligados a la poderosa industria tabaquera. Empezó a perfilarse la posibilidad de fundar una Sociedad segregada de la Beneficencia. Se produjeron varios contactos y finalmente el uno de mayo de 1886 se celebró la primera asamblea a la que asistieron 50 asturianos dispuestos a desarrollar la entidad. Se crearon comisiones de áreas y empezó a proyectarse la implantación de cuotas, aportaciones voluntarias, y créditos bancarios.

Una vez iniciados los primeros pasos de la constitución del centro de asturianos surge otra novedad determinante para el futuro de la entidad. La familia de los Marqueses de la Vega de Anzo propuso vender de manera confidencial a los disidentes de la Beneficencia, el maravilloso edificio del Casino Español de la Habana que venía siendo usufructuado por varias colonias españolas de la Isla. La tentadora y deslumbrante oferta del Casino era irrechazable a pesar del mareante precio: 500.000 pesos. Había que mantener la confidencialidad y no despertar el reclamo de las otras colonias. El problema más serio era afrontar la deuda de pago de la operación y para ello se inició una campaña entre los asturianos más relevantes de La Habana, interesando aportaciones voluntarias y suscripciones populares.

Se hicieron gestiones anta la banca cubana solicitando créditos. Una de las cuestiones que podían dar al traste la operación era la esperada y airada reacción del resto de las colonias que disfrutaban del Casino.

Efectivamente, conocida la operación de venta entablaron un contencioso jurídico-administrativo contra la decisión de venta del edificio que tardaría en resolverse casi tres años.

En definitiva, la fundación y el extraordinario desarrollo experimentado por el Centro en las décadas siguientes dio lugar a obras de la envergadura de la clínica Covadonga, el Sanatorio de Tampa (Florida), el nuevo edificio del Centro, debido a la quema del anterior Casino, o la frustrada construcción de los sanatorios del Naranco, en Oviedo.