El aforo de 200 personas del monasterio de San Pelayo resultó demasiado corto anoche para acoger al numeroso público que se acercó hasta las instalaciones para escuchar tanto el canto de vísperas como el de completas de las monjas benedictinas -en la imagen- en la Noche Blanca. La mayoría de los interesados tuvieron que quedarse fuera.