Jaime Martínez González-Río (1942-2019), fallecido el 27 de septiembre, vive para siempre en el recuerdo de quienes le quisieron y también en todos a los que trató en sus facetas de médico neumólogo, presidente de la Fundación Ópera de Oviedo, directivo del Oviedo Rugby, así como esposo, padre y abuelo que tenía en la familia su pilar primordial. Así quedó de relieve ayer en el homenaje tributado en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, con una sala abarrotada en la que había numerosos representantes de la política, la cultura, el deporte y la medicina, y por supuesto, la esposa, hijas y hasta una nieta del doctor Martínez. El homenaje fue una reivindicación del lado más humano de Jaime Martínez, de su gran valía en el trato con los demás y de su calidad como amigo y compañero, y el público devolvió todo ese cariño regalado en vida con sonoras ovaciones.

La periodista Alicia Hulton, presentadora del acto, responsable de comunicación de la Ópera de Oviedo, resaltó las pasiones familiares de Jaime Martínez y también habló, desde el cariño y la emoción, de la pérdida de quien fue su presidente durante quince años. Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, que sucedió a Jaime Martínez en el cargo hace un año, puso de relieve la sencillez con la que el médico abordaba las cosas. "Decía que la ópera era para disfrutarla, seas o no entendido". El actual presidente también dio datos: "Su gestión consiguió aumentar el número de funciones, hasta llegar a 23; incrementar los patrocinios y apoyos y la difusión de la ópera a través de las conferencias previas a los estrenos; hizo llegar la ópera al gran público", señaló Rodríguez-Ovejero.

El abogado Fermín Landeta, parte de la directiva del Oviedo Rugby durante los años en los que Jaime Martínez fue presidente, destacó una de sus frases: "'El rugby es un juego de villanos jugado por caballeros'; Jaime, que se aficionó jugando cuando estudió en la Complutense, era todo un caballero", señaló Landeta. "Empezamos un camino que duró ocho años; las juntas las hacíamos en su casa y él nos agasajaba con cerveza y embutidos, hasta que llegaba Susi y ponía un poco de orden", contó el abogado ovetense. "En esa época Jaime decía que tenía cuatro hijas y dos hijos: uno la ópera, y el hijo tonto que era el rugby, por el que sentía devoción hasta el punto de sufrir muchísimo en los partidos. También era nuestro médico, se ponía las katiuskas blancas, y con el agua y un bote de frío le bastaba", aseguró Landeta.

De la profunda vocación de Jaime Martínez por la medicina, heredada de su padre y de su abuelo, habló Alfonso Muñiz, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo, que fue alumno suyo. "Es un honor participar en este homenaje a un médico y una persona excepcional, un profesor muy querido por sus estudiantes". Martínez terminó la carrera en Madrid en 1966 y se especializó en la Fundación Jiménez-Díaz y en Nueva York.

El traumatólogo Alejandro Braña, presidente del Colegio de Médicos de Asturias, destacó el humanismo de Martínez y animó a recuperarlo. Carla Martínez, hija de Jaime, también se mostró agradecida y emocionada ante tanto cariño. Además, leyó unas palabras de la soprano Ana Nebot, que no pudo estar presente, en las que la artista destacó que Jaime "fue una de esas personas que hicieron la vida fácil a los demás, de las que engrasan la rueda y no ponen palos". Marta Clemente, neumóloga del HUCA y presidenta de la Sociedad Asturiana de Patología del Aparato Respiratorio, alabó la cercanía y la generosidad de quien fue su jefe. "Siempre supo dar el protagonismo a su equipo cuando lo vio oportuno", señaló.