La Tenderina quiso inaugurar ayer sus fiestas de San Francisco Javier con un pregón muy especial en homenaje a un espacio, la iglesia parroquial, que ha sido un lugar de encuentro fundamental para los vecinos durante décadas. Un espacio y, por supuesto, toda la gente que le dio vida desde que la parroquia nació en el barrio hace ya sesenta años. Ahora, el templo está también de celebración porque le falta ya muy poco para concluir una rehabilitación que le ha dado nueva vida al espacio, y que, tras muchas vicisitudes y pasos atrás, -entre ellos, el concurso de acreedores en que incurrió hace tres años la empresa que se encargaba de las obras- le ha cambiado completamente el aspecto.

Fue un pregón coral, en el que intervinieron vecinos, feligreses, responsables de la promoción de la reforma y sacerdotes. Entre todos, repasaron una historia que comenzó con Manuel Gutiérrez como párroco, en un barrio que se desgajó de La Corte y Santullano, y que comenzó su andadura en la nave de unos talleres. El párroco respaldó la construcción del nuevo centro.

Posteriormente, llegó Manuel López, un párroco que impulsó actividades de fútbol o de coros en torno a la parroquia, que empezó a convertirse ya en un punto de encuentro imprescindible. Tras un breve paso de Ceferino Fernández (del que se proyectó un saludo en video), llegó Teo Méndez Couso. Este párroco estuvo en el pregón de ayer, y recordó su paso por la parroquia con mucho cariño. "Aquí pasé casi los mejores años de mi vida".

Su sucesor fue Avelino Velasco, ya fallecido, al que recordaron muy calurosamente. Hasta que llegó el cura actual, Alberto Reigada, que recordó el mal estado en que estaba el templo cuando llegó hace 17 años, hasta el punto de que su familia lo confundió con un silo. Pero el trabajo de todos ha conseguido que la iglesia se convirtiese en algo muy especial: "Son los 17 años de mi vida que más feliz he estado", aseguró. Tras todas las intervenciones, actuó el coro San Javier.

El programa de fiestas continúa hoy con "El show de Susana" a las cinco de la tarde y, a las siete, el encuentro coral en el propio templo parroquial. Y por la noche, verbena con el grupo Tekila.