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El primer epidemiólogo ejerció aquí

El Doctor Casal, padre de los estudios de las enfermedades endémicas, se inició en su oficio en Oviedo, entre 1720 y 1751

“El médico”, de Goya, donde el protagonista se ha identificado tradicionalmente con Casal.

El 31 de diciembre de 1680 nació en Gerona un niño al que se le dieron cuatro nombres (Francisco, Gaspar, Narciso y Roque) y hoy, pese haber pasado a la posteridad, casi nadie le conoce por ninguno de ellos. El Doctor Casal, como le nombra el callejero ovetense, está reconocido como el primer epidemiólogo de la historia de España. El catalán debe su placa a su labor como “médico de la ciudad” entre los años 1720 y 1729 y a su posterior servicio al cabildo de la Catedral. Pero no fue solo médico, también naturalista y uno de los encargados de documentar la vida en Aturias. Entre sus méritos se encuentra la primera mención escrita a un plato que, como su condición de epidemiólogo, ha cobrado popularidad en los últimos tiempos: el cachopo.

Si el catalán ofreció luz sobre la la región en su única obra “Historia natural y médica del Principado de Asturias”, no hizo lo propio con su vida, que está plagada de preguntas y puntos grises. Se sabe, por ejemplo, que cursó el bachiller de Artes en la Universidad de Sigüenza y que, poco después, ejercía como médico en Madrid. Nadie sabe dónde ni cuándo hizo la carrera que desplazaría sus nombres hasta ser conocido como “Doctor”. Seguro que quien sí lo supo fue otro hombre “sin nombre”, el Padre Feijoo. Cinco años después de graduarse en Artes llegó a Oviedo acompañando a los duques del Parque.

Casal abandonó Madrid en 1718 con destino a Asturias buscando climas más templados que los de la capital. “Llegué a la ciudad de Oviedo, y experimentando que con el húmedo temple y alimentos más fáciles y ligeros de aquel país, iba cada día mejorando, hice propósito de mantenerme allí toda mi vida”, relata el Doctor en el prólogo de su “Historia natural...”, tratado que fue publicado de manera póstuma, tres años después de su muerte.

El primer epidemiólogo ejerció aquí

Durante dos años sirvió como doctor particular a los duques del Parque en Oviedo, que conservan su palacio en la plaza Daoíz y Velarde, hasta que se le dio el título de “médico de la ciudad”. Su relación con el Ayuntamiento de Oviedo no fue especialmente buena, sus salarios, reflejan las crónicas, sufrieron constantes retrasos e impagos. Durante esta época fue cuando Casal se ganó la distinción de primer epidemiólogo de la historia de nuestro país. En Oviedo se dedicó, además de atender a sus pacientes, a recoger observaciones sobre las enfermadades epidémicas o endémicas que estaba sufriendo el Principado. Su trabajo más importante se centró en el “Mal de la Rosa”, posteriormente descrito por los médicos italianos, que bautizaron la enfermedad como pelagra. En el estudio de Casal se hace una minuciosa descripción de los síntomas de la enfermedad muy común en la historia de la época. La hipótesis del doctor la relacionaba con una nutrición que se apoyaba demasiado en el maíz. Aunque estudios más recientes sobre la enfermedad desmienten que el maíz fuese una causa directa sí que coinciden con las conclusiones de Casal, que escribió que “el cambio de los alimentos ordinarios por otros más sustanciosos y alimenticios era utilísimo para disminuir esta enfermedad”.

Las habilidades de observación y análisis del Doctor Casal le llevaron a llenar su obra de anotaciones variadas. Su “Historia natural...” se ocupa especialmente de las enfermedades propias de la Asturias de la época; como la sarna, el escorbuto, la lepra o el “Mal de la Rosa”. Considera que estas enfermedades son “vernáculas familiares, o endémicas” del Principado. Pese a haber puesto el foco en Asturias, su obra influye y ayuda al desarrollo de la medicina europea. Pero también estudia el clima, la geografía y los productos locales, como aguas, animales, vegetales, minerales.

El Hipócrates asturiano, como le nombra el historiador Tolivar Faes, dio por finalizada su relación con el Consistorio para pasar a ocuparse de la salud del cabildo de la Catedral. Tampoco fue una época fácil. Si el primer biógrafo del Doctor Casal no recogió la parte más dolorosa del epidemiólogo, sí que lo hizo María Palmira Villa. La fallecida archivera municipal del Ayuntamiento de Oviedo desveló los problemas que la familia del doctor tuvo con la Inquisición durante su paso por Oviedo. Su primera mujer y los tres hijos que tuvo con ella fueron perseguidos por un proceso inquisitorial.

Sus problemas con las instituciones se sucedían al tiempo que, en el plano profesional, Casal ganaba reconocimiento a nivel nacional. Por ello, terminó por abandonar esa región en la que quería permancer de por vida. Así, Asturias que, en palabras del propio doctor, solo tenía “cinco médicos” pasó a tener cuatro cuando Casal volvió a Madrid en el año 1751.

En la capital sirvió como médico en la Casa Real desde el año de su llegada a Madrid y, en 1752 fue nombrado miembro de la Real Academia Médico–Matritense. Sirvió al Rey Fernando VI hasta el día 10 de agosto de 1759 cuando ambos fallecieron. Más de un siglo después, en 1883, el Ayuntamiento de Oviedo –que tan mal le había pagado en vida– decidió levantar la calle que hoy une Uría con Melquiades Álvarez (entonces Portugalete) y, en 1887, decidió bautizarla como “Calle de Casal” a petición de la Asociación Asturiana de Ciencias Médicas.

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