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El gran problema de la hostelería con las comuniones: "Todo son trabas; no se sabe ni el número de comensales que podrá haber"

"Esta temporada vamos a ingresar un 30% de lo que ganábamos antes de la crisis", lamentan los empresarios

El hostelero Iván Suárez prepara una mesa de comunión junto a Miguel Ángel Suárez

La época de las comuniones está a la vuelta de la esquina y los hosteleros ovetenses siguen rezando para que alguien les explique las medidas que el Principado piensa aplicar en el sector una vez que se levante el estado de alarma, a partir del próximo día 9 de mayo. Aunque tienen reservas, los restaurantes aún no saben si van a tener restricciones de aforo en los locales, cuántas personas se van a poder sentar en la misma mesa o si los niños van a poder levantarse para jugar una vez que se termine la comida. Las familias tampoco lo tienen nada claro y los encargados de los salones en los que se celebran este tipo de actos no paran de recibir llamadas en busca de explicaciones que ellos todavía no pueden aclarar. “Aunque el número de comensales se ha reducido drásticamente, los hay que todavía están pendientes de saber si van a poder invitar a tíos o a otros familiares directos por el tema de los aforos. Nosotros tenemos que estar informados porque estas cosas no se preparan de un día para otro”, explica Iván Suárez, propietario del Llagar de Colloto y uno de los socios de Casa Conrado, en Oviedo.

Miguel Álvarez, el responsable del restaurante De Labra, también está a la espera de noticias por parte del Principado para saber como actuar después del 9 de mayo y para poder trasladárselo a sus clientes. “Nadie lo tiene claro y así es muy difícil porque todo son trabas. Nosotros nos estamos poniendo en el peor escenario posible, es decir, estamos planeando las comuniones con las mismas condiciones que hay ahora mismo”. Y esas condiciones establecen que solo puede haber cuatro comensales por mesa en el interior de los locales y seis en los espacios exteriores. “Está claro que este año no va a ser el mejor para nosotros porque las condiciones nos perjudican mucho”, señala Álvarez.

Lo único positivo es que las parroquias están espaciando las comuniones desde que comenzó la pandemia. Ya no se concentran todas en el mes de mayo y también las hay en los meses más cercanos al verano, pero aún así las cuentas no les salen a los hosteleros ovetenses. “Para nuestro sector las comuniones son una fuente de ingresos muy importante que nos sirve de colchón para el resto del año, pero calculo que esta temporada vamos a ingresar solo un treinta por ciento de lo que ganábamos antes de la crisis sanitaria”, dice Iván Suárez. Es cierto que algunos niños que tenían que haber comulgado el año pasado lo han dejado para este, pero el hostelero asegura que eso no se va a notar en la caja. “Es un frenazo a la actividad en toda regla. Muchas familias han decidido incluso no celebrar el banquete y otras prefieren evitar este tipo de celebraciones porque tienen personas mayores o porque tienen miedo”, recalca. Su colega de gremio, Miguel Álvarez, le da la razón en este sentido. “Los ingresos por comuniones van a bajar mucho, eso es evidente. Para empezar, antes de la pandemia los grupos solían ser de unas treinta personas y ahora no pasan de quince”, sostiene.

En las iglesias también se ha optado por espaciar las celebraciones para cumplir con los protocolos sanitarios. “En nuestro caso sólo admitimos a ocho niños por día, aunque eso depende de los aforos de las iglesias, así que las hay en los que tienen que ser menos. Además celebramos sábados y domingos”, explica el párroco de la Basílica de San Juan el Real, Javier Suárez.

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