La fiesta de la luz reúne a 16 niños en las Pelayas de Oviedo

«Es un acto bonito y debe seguir», dicen los fieles a la celebración de la Candelaria

La fiesta de la luz volvió con fuerza a las Pelayas tras años lastrada por la pandemia. La celebración ancestral de la Candelaria sirvió, en la tarde de este jueves, para la presentación y bendición de 16 niños de entre tres semanas y 13 años de edad, a cuyos familiares se les cayó la baba. «Es un acto tradicional y muy bonito que debe continuar», declaró Victoria Cueto-Felgueroso, una orgullosa abuela que, junto a su nuera Cristina Fernández, llevó al altar de la iglesia del monasterio benedictino a sus dos nietos Luis y Alfonso, de 3 y 1 año, respectivamente.

El acto coincidió en esta ocasión con el habitual canto de vísperas de las siete de la tarde de las monjas, y tuvo una muy buena acogida. «Aquí se da la bendición a los creyentes y no creyentes, somos una organización muy plural y tolerante», confesó sor María Esther, inmersa en los preparativos para recibir a las familias ansiosas por presentar a sus hijos ante Dios como María y José hicieran en su día con Jesús. «Mi madre me comentó que existía esto y me pareció algo muy bonito», relató Carmen Suárez, vecina del Cristo y progenitora de la pequeña Carmen Constanza, de tan solo tres semanas de vida. «Es la primera vez que sale de casa», añadió.

Aunque habitualmente la cita está reservada para niños de hasta 6 o 7 años, en la celebración oficiada por el párroco de San Claudio, Abundio Martínez, se hizo alguna excepción. «Somos ortodoxos, pero nos gusta ir a otros templos en los que se venera a Dios», explicó la rumana Lara Lefter, la cual presentó a Cristian, su hijo de 13 años, y a la pequeña María. «Nos ha parecido algo muy guapo», apuntó tras desfilar vela en mano, como manda la tradición, hasta el altar para recibir la bendición del sacerdote, el cual estuvo acompañado para la celebración por Sor María Rebollo y Jordán García, un «acólito» de las Pelayas.

La celebración comenzó con unos minutos de retraso a causa del despliegue necesario para que los carricoches pudiesen sortear las escaleras de acceso al templo. Tras una breve introducción del cura, las voces de las hermanas tomaron el protagonismo. Las religiosas entonaron su himno, al que siguieron el canto de dos salmos y varias oraciones. Posteriormente, el sacerdote aprovechó su intervención para restar importancia a la preocupación de unos padres que no sabían cómo evitar los gritos y algún que otro llanto de sus pequeños. «Es un día de alegría en el que está permitido hasta el clamor de los niños», dijo con una amplia sonrisa en la boca.

Tras estas palabras, los 16 menores fueron desfilando, unos en brazos de sus familiares y otros a pie para recibir la bendición. «Que Jesús, el señor que tanto amó a los niños, te bendiga y te guarde», repitió Martínez para cada bendición ante una iglesia casi llena para vivir una jornada muy especial.

El ambiente festivo continuará hoy en el monasterio de la calle San Vicente, pues hoy tendrán lugar la también ya clásica fiesta de San Blas, en la que las religiosas venerarán al patrón de las enfermedades de garganta con tres misas previstas a las 12.00, 17.30 y 19.00 horas, que las monjas aprovecharán para vender sus afamadas rosquillas, que los 16 niños de la fiesta de la Candelaria ya pudieron llevarse ayer a sus casas.

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