El cuadro que le ha valido a Rafael Cabo el premio del público en la clausura de la Bienal de Pintura al Pastel

El artista cántabro, afincado en Asturias desde los 5 años y exalpinista profesional, se lleva el galardón por su cuadro "La maternidad"

El pintor Rafael Cabo posa delante de su obra «La maternidad», premiada por el público de la bienal.

El pintor Rafael Cabo posa delante de su obra «La maternidad», premiada por el público de la bienal. / Juan Plaza

El artista cántabro Rafael Cabo fue el protagonista de la clausura de la Bienal Internacional de Pintura al Pastel, que se despidió ayer de Oviedo hasta dentro de dos años. El pintor recibió el último premio de esta séptima edición, otorgado por los votos del público, gracias a su cuadro "La maternidad", que representa el "amor eterno" de una madre hacia su hijo, que reposa relajado sobre ella. Para elaborar el cuadro, se inspiró en una escena similar que vivió de pequeño con su propia madre. "Quería representar a la madre como lo que es: el pilar fundamental de una familia", explicó antes de recibir la placa de las manos de Diana Sobrado, encargada del grupo de redacción de la revista de la Asociación de Pastelistas Españoles (Aspas).

El galardón que otorga el público es uno de los más especiales y es el segundo que recibe Rafael Cabo en la historia de las bienales de Oviedo. Él es un veterano en la técnica del pastel, que empezó a cultivar a principios de los años noventa. "Como pintor, este es el premio que más me llega. Es la opinión popular que viene del gusto de la gente y no de un estudio o academia. Es de agradecer que mi obra sea merecedora de esto", recalcó el pintor. Cabo recibió las felicitaciones de los visitantes más rezagados, que se acercaron a contemplar los cuadros en el último día de la exposición en el Calatrava. Las obras del cántabro ya fueron premiadas en Lyon (Francia) y están expuestas en Asia: en el Museo Metropolitano de Tokio (Japón) y en galerías de Taiwán.

La historia de Rafael Cabo, nacido hace 71 años en Cantabria, está muy ligada a Asturias, ya que se mudó a la región con tan solo 5 años. "Uno no es de donde nace, sino de donde pace", bromea él mismo. Su afición por la pintura comenzó en el colegio, aunque allí utilizaba tizas en lugar de pasteles. Pero, tras su época escolar, decidió aparcar el arte para centrarse en su otra pasión: el deporte. Cabo fue alpinista profesional y participó en arriesgadas expediciones a los Andes y a los Pirineos franceses. También practicó mucho esquí. Pero a finales de los setenta, y para alivio de su familia, volvió a una actividad más sosegada como la pintura.

Al contrario que muchos de los participantes en la bienal, Cabo no es solo un incondicional del pastel, ya que también pinta sobre óleo y con acuarelas. No obstante, sí que la considera una técnica muy importante en su trayectoria y de la que es uno de los pioneros en España. Al venir de una familia humilde, le fue imposible acceder a una escuela de Bellas Artes, por lo que su aprendizaje tuvo algo de autodidacta, con la ayuda de los materiales y la información que se iba encontrando. En 2005, fue uno de los cofundadores de Aspas, una asociación que, a su juicio, ha permitido crecer mucho a los pastelistas españoles, hasta convertirse en referentes mundiales. "El volumen de pastel que se ofrece en esta bienal no lo hay en ningún lado. La exposición le da mucho caché a Oviedo", destacó.

El artista más querido por el público carbayón de la bienal no tiene pensado parar. Entre ceja y ceja está ahora un cuadro con el que regresar a los paisajes y, en concreto, al paisaje asturiano. A partir de unas fotos que hizo en la dársena de entrada de Puerto de Vega (Navia) tiene pensado pintar una obra de grandes dimensiones. Su proceso creativo es más complejo de lo que muchos creen: "Primero hago un estudio previo, ya sea con fotos o con bocetos, y luego toca encajarlo en el soporte, teniendo en cuenta siempre la luz y el color".

Balance sorprendente

Una vez clausurada la séptima edición de la bienal, la primera que se hace en el Calatrava, desde Aspas coinciden en que el balance ha sido "bueno y sorprendente" durante estas tres semanas de apertura al público. Destacan que sus visitantes son un público de calidad. "La gente no viene de paso. Aquí vienen y se quedan media hora observando al detalle los cuadros, y cuando salen valoran mucho lo que han visto", zanjó el homenajeado Rafael Cabo.

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