Entrevista | Elías Hoyal Arcipreste de Liébana, pregona la Semana Santa

"Nunca he hecho un pregón tan importante; solo soy un pobre cura de pueblo"

«Durante el año jubilar lebaniego hemos recibido a muchísimos peregrinos, sobre todo en primavera y verano; ha habido también actos culturales»

Elías Hoyal.

Elías Hoyal. / LNE

El arcipreste de Liébana y Peñarrubia, Elías Hoyal (Santander, 1974), aceptó «alegremente» ser el pregonero de la Semana Santa de Oviedo. Cuando vio donde se había metido se sintió «muy pequeño» comparado con la magnitud del evento y estuvo a punto de renunciar. Ya no lo ve así, sino como «una oportunidad». El sacerdote compartirá sus palabras con los ovetenses el jueves, a las 20.00 horas, en San Tirso el Real.

–¿Cómo surge ser pregonero de la Semana Santa?

–La Junta de Cofradías de Oviedo estaba interesada en que diera el pregón alguien de Liébana, porque estamos celebrando el año jubilar lebaniego. Lo clausuramos dentro de nada, el día 14 de abril. Se pusieron en contacto con el monasterio de Santo Toribio de Liébana y el padre guardián, que andaba muy liado, me lo pasó a mí.

–¿Enlazamos, pues, con la relevancia del Camino de Santiago en Oviedo?

–Claro, está todo unido. Los peregrinos siempre se desviaban a visitar la tumba de Santo Toribio y adorar la Santa Cruz (el fragmento más grande conservado de aquella donde crucificaron a Cristo) para ganar el jubileo (el perdón de los pecados). Entraban por Palencia, si venían por el interior; o atravesaban el desfiladero, si lo hacían desde la costa. Y continuaban hacia Oviedo y sus reliquias de la Cámara Santa, antes de llegar a Santiago. Santo Toribio trajo la reliquia a Astorga, con las invasiones musulmanas los cristianos se replegaron al norte, y así acabó su tumba y la Cruz en Cantabria, donde está desde el siglo VIII.

–¿De qué hablará?

–El pregón tiene tres partes. La primera es más histórica, sobre la Cruz y el jubileo; la segunda es de experiencias personales y sentimientos; la última trata de anunciar la Semana Santa. No es muy largo, tampoco soy de homilías largas. Estoy contento con el trabajo que he hecho y espero que también queden así los ovetenses.

–¿Qué le evoca esta encomienda?

–La verdad que me siento muy indigno (ríe). Nunca he hecho una cosa parecida, solo soy un pobre cura de pueblo, lebaniego, que lleva en su tierra como sacerdote 23 años. Cuando dije que sí, alegremente, y me puse a investigar a los dos días en qué consistía todo esto, me empequeñecía. Iba viendo las personas que habían dado el pregón años anteriores y pensaba: ‘¡Dónde me he metido!’. Estuve a punto de llamar y renunciar (ríe de nuevo). Luego le di una vuelta y dije: ‘¿Por qué no?’. Es una oportunidad y hay que aprovecharla.

–¿Nervioso?

–No soy de nervios. Más bien expectante.

–¿Cómo es la Semana Santa en su zona?

–Liébana no es una tierra de procesiones. Hace años había algunas, muy sencillas, pero no la tradición de ciudades como Oviedo. Y no hablemos de Castilla, ni del sur.

–¿Cómo han celebrado el año jubilar?

–Hemos recibido a muchísimos peregrinos, sobre todo en primavera y verano. Muchas excursiones de grupos que vienen de colegios, de parroquias, que vienen a ganar el jubileo. Se les recoge en la explanada del monasterio, se hace una pequeña catequesis y, luego, entran por la Puerta del Perdón, uno de los requisitos que la Iglesia exige para conceder la indulgencia del jubilar. Hay condiciones, eso no es magia. Hay muchos que piensan que pasas por allí debajo y se te perdona todo. Hay que confesar, comulgar, rezar por las intenciones del Papa. Ha habido muchos actos culturales también, algunos conciertos importantísimos en Liébana, Santander, Laredo, Torrelavega. La religión es el origen, pero también queremos añadir cultura.

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