Opinión | Crítica / Música

Galicia calidade

Notable concierto de la sinfónica gallega en la temporada de abono de la OSPA

Ficha del concierto

  • Abono X Temporada de la OSPA
  • Intérpretes: Zitong Wang (piano) y OSG.
  • Director: Antony Hermus
  • Programa: Obras Beethoven y de Vlieger
  • Auditorio Príncipe Felipe, viernes 20.00 horas

La Orquesta Sinfónica de Galicia desembarcaba en la capital del Principado para poner la banda sonora a la décima cita de abono de la OSPA, dentro del intercambio promovido desde hace varios años por parte de ambas instituciones. Una iniciativa valorada favorablemente y con espíritu de continuidad para las próximas temporadas.

Los "gallegos" ofrecían un programa atractivo que comenzaba de la mano del "Concierto para piano y orquesta número 1" de Beethoven. Zitong Wang sorprendió a los asistentes por su elevado nivel técnico. Su pulsación nítida favorece la ejecución de los diseños escalísticos (ejemplificados en una extensa y espléndida cadenza) y los pasajes de mayor dificultad de la pieza, pero además, impregnó cada una de sus intervenciones de un lirismo repleto de belleza, demostrando que la juventud no está para nada reñida con la madurez interpretativa. El "largo" dejaría una atmósfera muy intimista gracias a la gama de pianísimos y pianos que supo plasmar (a la perfección) Wang, estirando cada compás con mucha sutileza. El "Rondó. Allegro scherzando" final fue una explosión de color. El tempo, vivo y muy ágil, no inquietó a la solista ni a la orquesta, que se encargó de acentuar, oportunamente, los contratiempos para potenciar aún más la sensación de dinamismo.

La orquesta estuvo bien balanceada en todo momento y Hermus supo extraer el dramatismo beethoveniano (presente en los repentinos cambios de intensidad) y la pureza del clasicismo –con claras influencias de Haydn y Mozart– que subyacen en la partitura del genio de Bonn.

Tras la pausa, el escenario del Auditorio Príncipe Felipe se vio invadido por una legión de músicos que enfrentaron, con buenas prestaciones, el "Tributo orquestal" escrito por Henk de Vlieger sobre la ópera wagneriana "Los maestros cantores de Núremberg". La formación gallega exhibió todo su músculo sinfónico a través de una cuerda brillante y sedosa y de unos metales (con trompeta y trompa incluso fuera del escenario) robustos y bien timbrados. Los motivos estuvieron delineados con mimo por el director neerlandés que, si bien en algunos momentos parecía sobrepasado por la inmensa sonoridad, supo apoyarse en una orquesta notable, con unas maderas muy cálidas, de sonido tierno y lleno de dulzura. Con todo, y a pesar de algún desequilibrio, la Sinfónica gallega no zozobró y logró llegar a puerto, ante el cariño del público asturiano.

Suscríbete para seguir leyendo