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antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Las margaritas

Las genealogías soñadas y un apunte sobre el monte sagrado

“La margarita que dice ¡sí!” “Habanera”; Cano, C

Álvaro Cunqueiro era nieto de una sirena; Gabriel García Márquez, según sus memorias, de cocodrilo; el profesor de Contabilidad, en la Universidad, se decía que era hijo de un mono y así lo parecía. Darwin generó chanzas cuando expuso la Evolución y los videos de macacos que veo en la tele hacen imposible dudar de su teoría, etiqueta Anís del Mono aparte, aunque siempre hay quien defiende absurdo tal los terraplanistas, de oficina abierta en Londres, o los enloquecidos contra vacunas. Hijos del viento los hay en todas las literaturas y de La Luna somos, si no hijos, próximos por comadronas, cuantos hubimos cambio lunar para salir.

Si me dieran a escoger, qué bobada sirena, cocodrilo o mono, yo sería descendiente, más atrás, de margarita en diminutos pétalos blancos, corazón, grande y amarillo, proclive siempre a color tolerante. Bien Camilo José Cela en papel de senador real suprimiendo la denominación “gualda” del proyecto constitucional para la bandera patria y dejarlo en amarillo.

No sé cómo las sirenas pudieron anidar en Mondoñedo, en cambio, conociendo la espiral Cartagena de Indias/Macondo, es más auténtico el cocodrilo, aun flotando el incontestado dilema nerudiano, ¿verdad que solo en Australia hay cocodrilos voluptuosos?

Mis fraternas margaritas están en Rubén Darío/Sergio Ramírez, ¡viva Nicaragüita libre del dictadorzuelo Daniel Ortega! Y en Carlos Cano pero, sobre todo, en el Naranco que pretenden destrozarnos con la Ronda Norte.

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