Radio Nacional de España cumple hoy 60 años en Asturias

La historia del ansiado estreno de la emisora pública en la región, el 28 de enero de 1964

Primitivo Luengo

Martes 28 de enero de 1964. Doce de la mañana. En el centro emisor del Naranco, cuando las autoridades provinciales esperaban la llegada de Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo, el jefe técnico de la emisora, Odón Díaz, ante el asombro de los que allí estábamos, vivió unos momentos angustiosos corriendo de un lado a otro buscando una peseta: "¿Quién tiene una peseta? ¡Una peseta, necesito una peseta!". El equipo emisor a punto de inaugurarse no funcionaba porque una pletina no alcanzaba a hacer el cometido que le correspondía y se necesitaba encajar una pieza que venía a coincidir más o menos con el tamaño de una peseta "rubia". Consiguió que alguien le prestase la peseta, la colocó junto a la pletina, llegó Fraga, pulsó el correspondiente botón de arranque, la emisora comenzó a funcionar sin ningún problema y Odón se sintió feliz. Todo por el coste de una peseta. Pero menos todavía había costado el acondicionamiento de los estudios de la calle Melquíades Álvarez. Parece ser que era tal el entusiasmo que existía en algunos ámbitos ovetenses para que la ciudad contase con una emisora de Radio Nacional que se recibieron muchas colaboraciones desinteresadas. El asombro de Fraga fue mayúsculo cuando, el día de la inauguración, preguntó cuánto habían costado las obras y Adolfo Parra, entonces director, le contestó escuetamente: "Nada". Pocos meses más tarde, Parra fue trasladado a Sevilla, no se sabe si castigado por transgredir la normativa de obras y presupuestos o premiado con la esperanza de que allí emprendiese una operación parecida.

La bendición de las instalaciones, que corrió a cargo del entonces sacerdote Víctor García de la Concha.

La bendición de las instalaciones, que corrió a cargo del entonces sacerdote Víctor García de la Concha. / Primitivo Luengo

La emisora de aquellos primeros años era casi familiar, con una plantilla de profesionales muy entusiastas. Pero la precariedad de los medios técnicos se puso de manifiesto cuando, en el mismo año de su puesta en marcha, el nuevo director, Francisco Navarro, se propuso realizar la retransmisión en directo por las calles de Oviedo de la llegada del nuevo arzobispo de la Diócesis, Don Vicente Enrique y Tarancón, que, acompañado por el alcalde, Antonio Rico de Eguibar, recorrería un trayecto en coche descubierto a la vieja usanza, aplaudido por lo ovetenses y niños de colegios con banderitas en las aceras. La tecnología era prehistórica y el problema era cómo realizar la retransmisión, porque no se trata de hablar desde un punto fijo donde podría instalarse una línea microfónica. Entonces no había ni unidades ni teléfonos móviles, y narrar en directo lo que aconteciera en las calles al paso del Arzobispo era complicado. Pero vuelve a entrar en escena el jefe técnico de la emisora, un "manitas". Odón ideó y construyó un emisor en miniatura que, tras comprobar que funcionaba favorecido por la ausencia de obstáculos entre la calle Uría y el alto del Naranco, fue instalado con su correspondiente antena, muy llamativa, en el viejo Land Rover con matrícula PMM adscrito a Radio Nacional que conducía un policía, José Hurtado. Posiblemente fuera aquella la primera unidad móvil de la historia de la radiodifusión española.

Llegado el día, el director me encargó la transmisión de los actos del recibimiento. Con las ventanillas bajadas para captar mejor el ambiente de la calle comienzo la retransmisión desde aquel destartalado Land Rover unos metros delante del coche del Arzobispo. Tengo que reconocer que la presencia de nuestro vehículo con aquellos artilugios en el techo y poco "curioso" desentonaba bastante entre los impolutos coches oficiales y la solemnidad del momento.

En el entronque de las calles Toreno y Uría esperaban las autoridades, presididas por el ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, para darle la bienvenida oficial a la ciudad y seguir después a pie hasta la Catedral, donde se celebraría un acto religioso. Cuando nuestro coche llegó frente a las autoridades y me esforzaba en hacer llegar a los oyentes los pormenores del recibimiento, el Ministro se dirigió a nosotros vociferando en el centro de la calle para echarnos de allí a cajas destempladas con la cabeza a un palmo del micrófono: "¿Quién les ha dado permiso? ¡Fuera, fuera de aquí!". El conductor acelera y yo, que sigo emitiendo en directo, le hago señas para que parase ya a una distancia prudencial. Pero, entre obedecer las órdenes de un general-ministro y las mías la opción estaba clara, y el bueno de Hurtado, tembloroso y pálido, se plantó en segundos en una de las calles de la Catedral donde yo continué la narración improvisando, inventándolo todo, imaginando lo que estaba ocurriendo desde aquel impresentable vehículo aparcado en una calle que nada que tenía que ver con el lugar donde se estaba produciendo la noticia. Después del esfuerzo técnico realizado días antes, aquella retransmisión fue como un timo a los oyentes. Nunca me he sentido tan ridículo ante un micrófono. Personas que estaban cerca y escuchaban mi relato me miraban desconcertadas.

El mundo de la radio es muy dado a situaciones complejas que a veces no transcienden a los oyentes. Si algo me consuela es que los compañeros que escuchaban en los estudios de la emisora, ajenos a lo ocurrido, no percibieron ninguna anomalía excepto durante unos segundos unas voces airadas y muy cercanas que no venían a cuento.

Evolucionó mucho la radio desde aquellos tiempos heroicos y llegaron programas de gran audiencia como "La Asturias popular", escrito por Modesto González Cobas y que permaneció muchos años en antena. "Los jueves milagro", de Fernando Poblet, una especie de radionovela en clave de humor ironizando a veces acontecimientos de la vida política regional. "El canto del gallo", un programa despertador con una audiencia fiel con oyentes que participaban contando historias de sus zonas rurales. "Cara y cruz" de Manolo Avello, que leía sus textos dando a su voz un sorprendente registro de matices…

Y llegó la democracia y la libertad. Y la radio comenzó a ser otra cosa, con una posición más destacada como medio de referencia, con informativos serios y con objetividad en una etapa más gratificante y divertida.

Cuántas emociones, sentimientos, noticias, entrevistas, crónicas, reportajes… cuántas satisfacciones por el trabajo bien hecho en las peores circunstancias y cuántas decepciones por no haber llegado a tiempo o haberlo hecho mal… cuántos protagonistas, cuántas aventuras para hacer llegar nuestra palabra a los oyentes.

Hoy, cuando Radio Nacional de España en Asturias cumple 60 años, necesitaba estos recuerdos como sustento y consuelo. Nos hacen falta a los que ya no somos de este tiempo sino de otro que transcurrió hace muchos años.

En una repisa de mi casa tengo un viejo aparato de radio. Ahora es un objeto decorativo rehabilitado por la memoria. Ya no habla. Como yo. Puede que se haya atragantado incapaz de emitir tantas noticias vergonzantes como las que ahora corren por el mundo.

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