Opinión | Crítica
Romanticismo en tecla
Excepcional concierto de la pianista Yulianna Avdeeva interpretando obras de Chopin y Liszt
Las Jornadas de piano "Luis G. Iberni", que en la presente temporada se van tocando a su fin, vivieron el pasado jueves una velada musical sobresaliente a cargo de la debutante en el Auditorio, Yulianna Avdeeva. No obstante, en vista de los resultados artísticos, consideramos que no será la última vez que luzca todo su talento ante público ovetense.
La primera mitad de su recital estuvo dedicada a Chopin. Avdeeva se adentró en el lirismo de la "Polonaise-Fantaisie en la bemol mayor" dotando a su interpretación de una exquisitez y una expresividad mayúsculas, sumiendo al Auditorio en una atmósfera sutil e intimista gracias a su delicadeza y sensibilidad. La solista rusa desplegó sobre el teclado una serie de rubatos para conferir aún más atractivo a su inmaculada versión de la "Barcarolle en fa sostenido mayor" y el "Prélude en do sostenido menor", deteniendo el tiempo en las nostálgicas melodías tan características del compositor de origen polaco.
A todo ello añadiría un preciso uso del pedal, con el que explotó las brillantes y ricas armonías chopinianas, así como un juego de volúmenes que maravilló por su delicadeza en una gama especialmente atractiva entre el pianísimo y el mezzoforte, donde Avdeeva parecía acariciar el teclado con infinita ternura y suavidad. En el "Scherzo número 3 en do sostenido menor" y el "Andante spianato et Grande Polonaise brilliante" exhibió una articulación flexible -en detrimento de una mayor expresividad- y una pulsación cristalina que, sin duda, favorece la ejecución de ese repertorio.
La segunda mitad conllevó un cambio de registro a través de obras compuestas por Liszt. Tanto en la "Bagatelle sans tonalité" como en "Unstern!-Sinistre", la pianista rusa hizo gala de un volumen más presente para nada reñido con un balance notable en ambas manos, un hecho que, unido a su nítida pulsación, le permitió desentrañar las texturas de mayor densidad facilitando la percepción del más mínimo detalle.
Culminaría su espléndido recital mediante la "Sonata para piano en si menor" (Liszt), donde la exuberancia técnica no empañó momentos arrebatadoramente bellos acentuados por la madurez interpretativa de Avdeeva, exquisita técnicamente. Los dramáticos juegos forte-piano y su absoluto dominio de cualquier registro del teclado redondearían un recital de excepción donde una soberbia Yulianna Adeeva suministró Romanticismo "en tecla" a los melómanos ovetenses.
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