17 horas. Eso es lo que estuvo esperando ayer Guillermo Rada para conseguir una entrada de acompañante para el derbi. Rada, socio azul de Langreo, "territorio hostil", ya que es mayoritariamente sportinguista, se plantó en el Tartiere el lunes a las cinco de la tarde y se marchó ayer pasadas las diez de la mañana. Pasó toda la noche en su coche para conseguir una entrada de acompañante, que además era para un amigo.

Con el gesto cansado, Rada, vigilante de seguridad de profesión, vio la luz cuando a las 10 horas abrieron las taquillas.

Su locura por el derbi no le impide ser cauto en lo deportivo. Es fiel al anquelismo y no quiere poner la vista más allá de Reus. "Hay que ganar este domingo y luego ya pensar en el Sporting. Este año estamos muy bien y da gusto ver al equipo", comentaba, con evidente sueño, a LA NUEVA ESPAÑA.

Vivir en zona sportinguista parece no afectarle mucho y aplica humor. "Tengo dos banderas del Oviedo en el balcón y de ahí no se mueven jamás". Se muestra confiado ante el derbi y solo espera que Anquela no cambie mucho el equipo. "Lo que funciona, funciona. Hay que ir a por ellos".

Detrás de Rada estaban en la cola oviedistas llegados de diversos puntos de Asturias. Desde Luarca a Ribadesella, pasando por Riosa o Infiesto. Marcos Gabarre y Oscar Rodríguez, de Avilés, llegaron a las taquillas a las 2 de la mañana.

José Naves, de San Esteban de las Cruces, estuvo en el Tartiere desde las 7 de la mañana y se mostraba eufórico. "Tenemos que ir a machacarlos".

También estaba de los primeros en la cola Miguel Castrorubio, de Cudillero. "Me vale un 1-0 en el noventa, aunque el gol lo meta Alfonso", bromeaba, eufórico, con la entrada en la mano y la vista puesta en el derbi.