Las dueñas del balón

"No echo de menos jugar; prefiero ver los toros desde la barrera": la historia de Andrea Suárez, entrenadora del Femenino

"En mi familia el único futbolero era mi abuelo, para ellos fue un poco raro que empezara a jugar"

Joaquín A. Cuesta

Joaquín A. Cuesta

Una persona tranquila, "que siempre tira más de lo racional que de lo emocional". Así se define Andrea Suárez (Gijón, 1993), entrenadora del Oviedo Femenino. La que fuera futbolista de equipos como Femiastur, León Femenino u Olímpico de León es la primera entrenadora en la historia del club azul. Es graduada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, e inició su carrera en el club carbayón de la mano de José Aurelio Crespo y tras la llamada de Beatriz Álvarez, presidenta de la Liga F.

–¿Cómo empezó a jugar?

–Llevo jugando desde que soy muy pequeña, pero en un club, a los catorce años. Soy de Posada de Llanera y jugué para el equipo del pueblo hasta que me fui a estudiar fuera. Hasta donde me alcanza la memoria siempre estuve con un balón entre los pies. Luego jugué un par de años en otros equipos de Oviedo y Avilés.

–¿Cómo se tomaron en su casa que quisiera empezar a jugar al fútbol?

–Pues al principio no lo vieron especialmente bien. En mi familia el único futbolero que había era mi abuelo. Pasé por muchos deportes, como el baile o el atletismo, y como no tenía ningún club cerca estaban un poco reacios a ello. Para ellos fue un poco raro.

–Y con el resto de niños, ¿alguna vez tuvo problema?

–No, en absoluto. Es cierto que los críos a veces pueden ser crueles, pero no fue mi caso. Yo jugaba en La Quintana, un barrio de Posada y casi había más niñas que niños, de todas las edades y tipos, y siempre se vio como algo natural.

–De Llanera a León.

–Me fui allí a estudiar y empecé a jugar en el León durante toda mi estancia. Luego me fui un año a estudiar a Granada y también jugué.

–¿Y de Andalucía regresó a Asturias?

–Sí, ya con la intención de opositar de lo mío, pero seguía jugando al fútbol. Trabajé por los veranos en el campus de Monste Tomé (actual seleccionadora) y allí me llegó la oportunidad de ser preparadora física del filial del Oviedo. Y aquí sigo.

–¿Jugar o entrenar?

–Pues fíjate que no echo de menos jugar. Respiro mucho más fútbol ahora que cuando jugaba. Me apasiona ver los toros desde la barrera.

–¿Le ayuda en su labor diaria haber sido futbolista?

–Comprendes más a las jugadoras, notas cuando las piernas o la cabeza no están al cien por cien.

–¿Qué diferencias encuentra entre el fútbol masculino y el femenino?

–Realmente ninguna. El otro día hablé con Luis (Carrión, entrenador del Oviedo) sobre la entrevista que hicisteis con él (se refiere a la que sacó LA NUEVA ESPAÑA el día 23 de diciembre) en la que comentaba que él, cuando entrenó al femenino del Espanyol, la única diferencia que encontró fue en el tema recursos.

–¿Qué tal con Tomé?

–Mi relación con Montse es buena, trabajamos muchos años juntas. Ella ha vivido por y para el fútbol toda su vida. Siempre ha trabajado mucho para estar donde está y ahora se nota, con el equipo clasificado para las olimpiadas.

Lo veo bien, hemos luchado de tú a tú contra un equipo de Liga F durante 120 minutos

–¿Cómo ve a su equipo? ¿Ascenderán?

–Lo veo bien, hemos luchado de tú a tú contra un equipo de Liga F durante 120 minutos (el partido de Copa frente al Tenerife que eliminó a las azules). Las llevamos hasta los penaltis. Este es el mejor ejemplo de este equipo, que sabe competir contra cualquiera.

–Ahora la respuesta es obvia, pero de pequeña ¿Sporting u Oviedo?

–Yo, del Oviedo de siempre (risas).

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