La Cofradía de Nuestra Señora de El Viso, más de dos mil socios y una romería única que se resiste a la masificación

El histórico colectivo salense recoge este año el Urogallo 2023, en la sección "Festejos" del Centro Asturiano de Madrid: “Estamos muy contentos, seguimos con el legado que nos dejaron”

Ángela Rodríguez

Todo cuanto rodea a la Virgen del Viso, su santuario y su romería, tiene espíritu de hermanamiento, colaboración y devoción. Las montañas que guardan a la patrona y en el magnetismo de una de las tradiciones más importantes de Salas despiertan fe y alientan a la Cofradía de Nuestra Señora del Viso, un colectivo que recogerá este año uno de los preciados Urogallos que concede el Centro Asturiano de Madrid. Es un galardón a unas celebraciones que suman fieles cada año sin renunciar a su esencia.

“Estamos muy contentos. La semana pasada, en la última junta se comunicó el galardón a los cofrades, que también están muy contentos de recibir un premio así. Nosotros seguimos con el legado que nos dejaron. El de mantener la romería y todo lo que se organiza en torno a la Virgen”, sostiene Carmen de Aspe, Hermana Mayor-Presidenta de la Cofradía. Desde hace más de dos décadas, la actual junta directiva organiza la procesión de bajada de la imagen (el cinco de agosto), la novena (del seis al quince) y la gran romería, el mismo quince de agosto. “Con la novedad de bajar andando el día cinco en procesión, del santuario a la villa de Salas”, señala.

“Hay un autobús que sube al santuario, para los que quieren acompañar a la Virgen en todo momento. Del santuario a la iglesia, al lado del cementerio, se van haciendo grupos y la gente se apunta para portarla. En el cementerio ya espera todo el mundo, y de ahí hasta la Colegiata bajamos al anochecer con velas”, explica de Aspe sobre el arranque de las fiestas. “Ese día, repartimos también un bollo a los cofrades. Se hizo para celebrar el 400.º aniversario y ya no se quitó”, añade.

La Cofradía, que actualmente sobrepasa los 2.000 socios, repartió el pasado año casi 1.800 bollos. Una muestra de que “nadie quiere perderse el gran día, aunque estén fuera”. “La Virgen la llevan mujeres, hombres e incluso los niños, a veces en la salida, en un espacio corto. El año pasado hicimos una ofrenda floral para que ellos llevaran también un ramo a la Virgen. Y durante muchos años hicimos también un concurso de carteles infantiles para anunciar la fiesta. Intentamos hacer, además, una obra de teatro costumbrista, para todo el mundo. Hacer más que los actos religiosos”, apunta la Hermana Mayor.

Datada, aproximadamente en 1604, “cuando aparece en los libros”, la Cofradía organiza íntegramente la fiesta del día quince de agosto. Algo que intentan hacer ver a los más jóvenes para implicarles. “Es un trabajo en equipo, no van a tener que hacerlo solos. Nosotros estamos ahí. Queremos inculcar a la gente joven que ‘si quieres la fiesta, hay que hacerla’. Y trabajarla durante el año. Con la lotería, que se vende muchísimo... Hay muchas cosas que hacer, por ejemplo ahora estamos con las domiciliaciones. Y durante los días de novena, tenemos un puesto de venta al lado de la iglesia para atender a quién se quiera llevar un recuerdo. Siempre se pueden aportar ideas nuevas”, insta la presidenta.

Recordando las anécdotas de su madre, “cuando la novena era arriba, y luego la Virgen bajaba en coche”, de Aspe celebra la resistencia de la romería frente a la masificación. “Quizás por el enclave en el que está, en la montaña, no se ha masificado como otras romerías. No se ha desvirtuado esa romería de las familias, de estar todos allí reunidos y comer juntos. Si podemos, queremos mantenerlo como romería, que no vaya a menos y la gente joven se acerque pero sin masificarla”, defiende.