Opinión

El crimen de Fontanos, en Salas, un caso del siglo XIX que recuerda al suceso de Ribera de Arriba

El crimen de Soto de Ribera, esa atrocidad que ha llevado a un energúmeno a decapitar a su padre con un hacha tras haberle inicialmente apuñalado, me ha recordado al «Crimen de Fontanos» en Salas. Lo conocemos por el Pleito contra Agustín San Martín Cuervo, natural de Gegunde, parroquia de Santa María de Villabol, reino de Galicia, por haber dado muerte violenta con un hacha, del 24 al 26 de julio de 1814, a Matías Fernández, a su mujer y a una sobrina de ésta, en la venta de Fontanos, situada en las inmediaciones de La Espina.

En el crimen de Fontanos no se habla de decapitación, pero sí de emplear un hacha para asesinar a tres personas en sus camas mientras dormían. Esta herramienta que es en sí misma un arma, se ha utilizado para matar de la forma más macabra a lo largo de la historia de la humanidad, y parece que ese atavismo, ese instinto asesino, la falta de autocontrol, el trastorno mental, hacen que se siga empleando, dándonos idea del desarreglo mental de quien lo ejecuta.

En el caso del parricida de Soto de Ribera, parece que primero se apuñaló a la víctima y cuando ésta iba a pedir ayuda es cuando su hijo le alcanza con el hacha. El ensañamiento posterior del parricida es de una crueldad que hiere toda sensibilidad. Para el caso de Fontanos, el día 26 de julio de 1814, a las seis y media de la tarde, la Justicia del Concejo de Salas recibe la noticia de la muerte trágica y violenta de los venteros de la casa-venta de Fontanos, ubicada en el Camino Real que comunica las poblaciones de Salas y La Espina.

El lugar de Fontanos es un enclave apartado situado en la ladera meridional de la Sierra de Bodenaya, a unos 700 metros de altitud. Dos vecinos de las cercanías del lugar acuden a la villa de Salas para poner en conocimiento de la Justicia que allí “habían observado se hallaban cadáveres muertos con sangre”. Esta venta estaba vinculada al camino y su función, como cualquier otra, sería la de servir de hospedaje a los viajeros. Cuando la Justicia de Salas acude al lugar de Fontanos halla “dentro del cuarto por el suelo y entre ropas de cama tres cadáveres uno de hombre, y dos de mujer la una de ellas de tierna edad como de unos nueve a diez años en cueros todos tres llenos de heridas, y con mucha sangre las ropas“.

La escena que se encontraron en Fontanos aquel fatídico día de julio de 1814 debió de ser espeluznante, espantosa. Las declaraciones del principal sospechoso, Agustín San Martín Cuervo recogidas en la documentación del pleito, apuntan a que estuvo en Fontanos “ayudando a los venteros a las labores del campo y recolección de yerba. Y al amanecer de la misma noche descubriéndose ya los crepúsculos o rayos del día dio muerte a los dos dueños de la Venta, llamados Matías y Margarita su mujer, y a una sobrina suya llamada Rufina, con una hacha, sin haber sido inducido, aconsejado, ni acompañado de nadie solo por su idea, habiendo subido por la ventana al cuarto donde dormían y bebido vino del pellejo que ahí tenían le tomó el sueño, y después que despertó creyendo que al tiempo de salir por la ventana le mataría el Matías con la carabina que tenía cargada junto a sí aunque no estaba cierto si la tenía o no cargada en aquel entonces como siempre la tenia de prevención se le asentó así en su imaginación y como estaba acostumbrado el declarante a saber dónde se ponían las aravias (sic.) o preseas del campo, cogió dicha hacha que habiéndosele puesto de manifiesto como cuerpo de delito reconoció ser la misma con la que dio el primer hachazo al Matías, difunto, estando durmiendo con el que sin haber dado voces ni moverse quedó muerto, y enseguida dio a su mujer Margarita, la que se quiso incorporar dando voces, y siguió dándoles hachazos a modo que la niña se atravesó por encima de los tíos abrazando a la Margarita por lo que sin intención por aquel entonces de matarla ni herirla le tocó la desgracia de modo que no había formado intención de matar a la tal niña; y si dio muchos hachazos a la Margarita fue porque a los primeros no murió. Le parece estaban en cueros, y después recogió las ropas de que usaba en los días festivos el difunto Matías Fernández con varias monedas como unos cincuenta reales; la escopeta, frasco de pólvora, navaja barbera…”.

En enero de 1815 se condena en Oviedo a Agustín San Martín pues se le halló culpable de los hechos, y en febrero de 1816 se confirma la sentencia por la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid para que de la cárcel y prisión de Oviedo en que se hallaba el reo fuera “sacado, con pregonero delante, que publique sus delitos, y que en un serón de esparto se le arrastre conducido de dos caballerías por las calles públicas y acostumbradas de esta Ciudad hasta llegar a la Plaza mayor, en la cuál de la Horca que estará puesta, el ejecutor de la Justicia le suspenda hasta que naturalmente muera: que ejecutado se le descuartice poniendo su cabeza al frente de la venta de Fontanos y sus cuartos en los caminos de las entradas públicas de esta dicha Ciudad fijados en sus respectivos palos, sin que persona alguna sea osada a quitarlos”.

El día 21 de marzo de 1816 se ejecutó la sentencia en la forma exigida. Y también fue un hacha con lo que se descuartizó al reo tras haber sido ahorcado en la Plaza Mayor de Oviedo. La ejecución la llevó a cabo el verdugo de la ciudad, poniendo sus cuartos en los cuatro caminos principales, y la cabeza al frente de la venta de Fontanos donde se cometió el crimen. Conocemos los detalles porque este verdugo solicitó el pago de lo que dijo corresponderle, entre otros por el día empleado en la fijación de la cabeza en el lugar indicado y por el desplazamiento al lugar del crimen (por el camino de ida y vuelta entre la ciudad de Oviedo y la venta de Fontanos, en Salas). La cabeza puesta en una pica, en las inmediaciones del camino, servía de ejemplo para todos aquellos que transitaran por el lugar.

En 2015 la Fundación Valdés-Salas publica el trabajo titulado Causa de Agustín San Martín Cuervo (1814-1816). Un crimen en la Asturias rural tras la Guerra de la Independencia Española, como primer número de la colección Historias en el Camino Primitivo que está disponible en la web de la fundación,donde se pueden ampliar datos sobre este terrible y sangriento crimen que, pese a los años que nos separan de él, a la luz de los acontecimientos, no parece que las formas difieran mucho de las que aún se emplean.