Aceite para controlar el colesterol: así tienes que tomarlo
Está demostrado por la Agencia Americana para la alimentación y los fármacos
Todos (o casi todos) sabemos qué motivos explican el colesterol 'malo' alto: comidas poco saludables, no hacer deporte y, en general, un estilo de vida sedentario. A partir de cierta edad todos estos factores se incrementan, especialmente si, además, tenemos factores genéticos que aumentan las probabilidades.
Sea cual sea la razón por la que nos han diagnosticado colesterol alto, es una patología peligrosa que puede derivar en enfermedades cardiovasculares como anginas o ataques al corazón. Por eso, los médicos se esfuerzan sistemáticamente en inculcar a sus pacientes buenos hábitos y prácticas para reducir el colesterol 'malo' o LDL.
Entre todas las recetas que hasta la fecha se han planteado para disminuir los niveles de colesterol, hay una muy sencilla que tenemos al alcance de la mano en cualquier cocina: el aceite de oliva.
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Aceite de oliva para reducir el colesterol
El aceite de oliva es un ingrediente clave de la dieta mediterránea que está compuesto fundamentalmente por ácido oleico (ácido graso monoinsaturado): un elemento que ayuda a bajar el colesterol LDL y a aumentar el colesterol HDL. Entre otros beneficios, la incorporación del aceite de oliva de buena calidad ayuda a reducir la presión arterial, la tendencia a formar trombos en la sangre o la oxidación.
La capacidad del aceite de oliva para prevenir enfermedades coronarias ha sido demostrada por la Agencia americana para la alimentación y los fármacos.
Según esta institución, dos cucharadas diarias de aceite de oliva (el equivalente a 30 ml) ayudan a mantener controlados los niveles de colesterol perjudicial (el LDL) y aumentan los del colesterol bueno.
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¿Todos los aceites de oliva reducen el colesterol?
Podemos distinguir tres tipos de aceite de oliva: el aceite de oliva a secas, el "virgen" y el "virgen extra". Los dos últimos se diferencian del aceite de oliva común en el proceso de refinado: el aceite de oliva virgen y virgen extra se procesan sin manipulación térmica, lo que provoca que además de las grasas monosaturadas intrínsecas a su composición, conservan la vitamina E, carotenos, antioxidantes y otros compuestos fenólicos que son beneficiosos para la salud cardiovascular.
Los aceites que no llevan la etiqueta de "virgen" o "virgen extra" siguen siendo saludables y recomendables para reducir el colesterol, pero no contienen tantas propiedades beneficiosas como los que sí van acompañados de este distintivo.
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