Cáncer de mama: también de hombres

En Asturias se registran cada año entre 10 y 15 casos al año de tumores de pecho masculinos: “Cuesta mucho que se hagan campañas de concienciación”

cancer de mama

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Por casualidad, en un movimiento extraño mientras se quitaba la camiseta, José Antonio Barrena creyó un día notarse un pequeño bulto en el pecho. Ni le dolía ni le molestaba, así que se olvidó del asunto. Tres o cuatro semanas después, cuando acudió a su centro de salud preocupado por un herpes que le había salido en el costado, aquella anécdota se le vino a la cabeza y se la comentó a su médico de familia sin darle mayor importancia. "Y menos mal que él sí sumó dos más dos", cuenta ahora. Porque el bulto de Barrena era un cáncer de mama que le amenazaba el cuerpo con tan solo 38 años. Ahora, cumplidos los 45 y totalmente recuperado, este zaragozano es uno de los integrantes de la Asociación Invi, un colectivo de afectados que busca visibilizar el cáncer de mama masculino e impulsar campañas de concienciación para una dolencia de la que en Asturias se diagnostican entre 10 y 15 casos nuevos cada año.

Yolanda Fernández, oncóloga del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) especializada en cáncer de mama, explica que cuando el afectado es varón, al no someterse a cribados similares a los de las mujeres, los tumores de mama suelen llegar a consulta en un estado más avanzado, aunque "el 95% se diagnostican en etapas precoces y solo un 4 por ciento presentan metástasis".

Un bulto duro en el pecho, generalmente bajo la areola, suele ser la "pista" más clara. Acostumbra a ir acompañado de dolor, aunque no siempre. "Puede haber retracción de pezón ulcerado", añade.

Barrena sigue con su historia. Le dieron el diagnóstico acompañado de dos mensajes: que le habían cogido el cáncer muy a tiempo –más de lo habitual– y que por su edad iban a arriesgarse a un tratamiento agresivo para eliminar cualquier rastro de duda. "Primero paso por quimio, luego la operación de mastectomía y luego un proceso de radiación. Me pusieron la pulserita, como en las ferias: todo incluido", señala entre risas. Sabe que su caso, pese al susto, fue todo lo bien que podría haber ido, y anima con su mensaje a otros pacientes que puedan estar ahora asustados: "El diagnóstico fue la única mala noticia que tuve. El resto fueron buenas. Me entendí muy bien con mi oncóloga y me puse en sus manos, me recuperé bien de la operación, me quitaron los ganglios del brazo pero me dejaron perfectamente... Hasta el tratamiento que te ponen después, que suele sentar mal a la gente, a mí no me hace nada. Ya no sé si es suerte o el agua del Ebro", asegura.

"A mí no me importó raparme y rechacé la cirugía de reconstrucción; sé que para las mujeres es psicológicamente más duro", cuenta un paciente

El proceso fue muy distinto al que corresponde a una mujer. "Yo me rapé la cabeza en cuanto vi que se me caía el pelo y me dio absolutamente igual. Sé que para muchas mujeres ese paso es doloroso, pero ver a un tío sin pelo no es para tanto. Y tras la mastectomía me ofrecieron una cirugía de corrección, por estética, pero dije que no. Es que me da igual también, no me molesta. Pero sé que en mujeres esa operación es mucho peor a nivel psicológico", relata.

Ahora, José Antonio Barrena entiende mejor a las supervivientes de cáncer de mama. Pero también es consciente de que la enfermedad se afronta de distinta manera: "Yo no estaba nada concienciado. Es que ni sabía que los hombres podíamos tener este cáncer. Y se podría ayudar con cosas muy simples: ¿por qué no se hacen campañas, por ejemplo, animando a los hombres a explorarse el pecho en busca de bultos?".

El colectivo Invi fue fundado por Màrius Soler, catalán de 48 años. Recibió su diagnóstico a los 43 con la misma perplejidad que Barrena. "En 2017, tras la segunda intervención y cansado de no encontrar absolutamente ningún tipo de información sobre este tema, y también porque soy muy inquieto, decidí que había que hacer algo", relata. La incidencia del cáncer de mama masculino representa alrededor del 2 por ciento del total de casos, pero ese dato arroja cifras absolutas más llamativas: "Son 700 casos nuevos al año, pero hay estudios que hablan hasta del doble". Pone como ejemplo el linfoma de Hodgkin: "Tiene una incidencia menor que el cáncer de mama masculino, pero, si preguntas en la calle, la mayoría sabrá que ese linfoma existe y no tendrá ni idea de nosotros existimos".

El colectivo vive un "camino exacto e inverso" al que padecieron, y aún padecen, muchas mujeres. Históricamente, la medicina lanzó estudios y tratamientos por experimentos realizados mayoritariamente en hombres, bajo la creencia de que anatómicamente los cuerpos de ambos sexos eran muy similares, y años después se comprobó que dosis de fármacos pautadas con éxito en pacientes varones repercutían negativamente en las enfermas. "Nuestros tratamientos también han sido solo evidenciados en mujeres, y esperamos que en el futuro de la medicina génica y personalizada eso pueda cambiar. Hormonalmente esta enfermedad es muy distinta en nosotros, y el componente genético es mayor", completa. Cuesta, también, dar con afectados y supervivientes que quieran alzar la voz: "En esta lucha estamos en pañales. Hemos hecho una encuesta con 176 hombres y el 80 y pico por ciento ni siquiera sabe que puede padecer esta enfermedad. También nos falta mucha guerra con la Administración: cuesta impulsar campañas de concienciación, aunque tendrían un coste irrisorio",.

Soler está pendiente de una nueva intervención quirúrgica, pero mantiene una asociación con alcance nacional y con la que busca adeptos en todas las comunidades. Tuvieron hasta hace unos meses a un integrante asturiano, un treintañero gijonés –también conocido por la Asociación Española contra el Cáncer de Gijón– ya fallecido. "Algo tenemos los hombres que, si no es con bebida o con fútbol, nos cuesta muchísimo reunirnos", bromea, aunque no mucho, Soler.