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El último don de Luis Marino: la familia del que fuera canónigo de Covadonga dona una réplica de una obra de Ghirlandaio a Lugones

La parroquia de San Félix recibe el presente "agradecida" y "con el cariño de saber a quién perteneció"

El último don de Luis Marino: la familia del que fuera canónigo de Covadonga dona una réplica de una obra de Ghirlandaio a LugonesSara Arias

Al que fuera capellán del Hospital de Cabueñes de Gijón y canónigo de la Real Colegiata de Covadonga, Luis Marino Fernández Solís, le encantaba pasar parte de su tiempo libre en Lugones. En la localidad de Siero, el religioso, fallecido en marzo del año pasado, encontraba «su Betania particular», explica el párroco, Joaquín Serrano Vila, gran amigo suyo. Por esa vinculación emocional con la parroquia, los familiares del sacerdote han legado a la iglesia de San Félix una réplica oficial del cuadro «La Visitación» del artista renacentista italiano Domenico Ghirlandaio. Una donación que supone «un honor» para los miembros de la agrupación católica. «La familia quiso darlo a la parroquia conscientes de la vinculación que él tenía con nosotros», explica. 

El lienzo guarda también una especial relación con la parroquia de San Félix. En la imagen se representa el momento en el que la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su pariente Isabel, encinta también de Juan El Bautista. Se trata de uno de los episodios bíblicos en el que se reconoce el milagro obrado por el Espíritu Santo sobre las dos mujeres, ambas en espera de un hijo pese a la virginidad de María y la avanzada edad de Isabel. Y ellas son precisamente las dos representantes de las fiestas más icónicas de agosto en Lugones: El Carbayu, que honra a Nuestra Señora del Buen Suceso, y Santa Isabel. «Son las celebraciones más importantes del mes y por eso tiene también su sentido; y la familia pensó que esta escena se la tenían que dar a la parroquia de Lugones». Así pues, aceptaron la donación, en la que también han recibido un crucifijo y una talla del Niño Jesús. 

Luis Marino acudía con frecuencia a la localidad sierense. «De repente sonaba el timbre y era él. '¿Qué? ¿Hay algo de cenar? Y podían ser a las once de la noche», recuerda Serrano, afligido aún por la pérdida de su fraternal compañero y sobre todo amigo, quien fue víctima de un fallo cardíaco mientras realizaba su guardia como capellán del centro hospitalario gijonés. «Se me hace aún difícil no imaginar que está en la puerta». En esos días, en la rectoral, mantenían largas charlas sobre lo divino y lo humano. Conversaciones en las que el canónigo de Covadonga siempre destacaba por su libertad a la hora de expresar sus opiniones y posicionamientos: «No se dejaba encasillar». 

Además, solía participar en las celebraciones y oficios religiosos de la iglesia de Lugones cuando se encontraba en la localidad. Y conocía a muchos de los feligreses de la parroquia, quienes le tenían gran estima y guardan afecto por él. Por eso el cuadro de Ghirlandaio ha sido recibido con mucho entusiasmo por todos. En él ven el recuerdo del amigo y pastor espiritual que dejó huella en la localidad. «Estamos muy contentos de tener este precioso cuadro de La Visitación», resume Serrano. 

La reproducción legada por Luis Marino es réplica del original encargado por Lorenzo Tornabuoni para un altar de la capilla familiar en la iglesia de los cistercienses, entonces llamada Santa María Magdalena de Pazzi, en Florencia. El pintor escogido fue Ghirlandaio, nacido como Domenico di Tommaso Curradi di Doffo Bigordi, uno de los maestros del período artístico del Renacimiento, en cuyo taller aprendió Miguel Ángel. 

La obra original es del año 1491. Se trata de una pintura al temple con unas dimensiones de 172 por 165 centímetros que se puede disfrutar en la actualidad expuesta en el Museo del Louvre de París, en Francia, fruto del expolio del ejército francés de Napoleón en el Gran Ducado de Toscana. «No sabemos dónde lo adquirió pero tiene todas las certificaciones como réplica», dice Serrano sobre el cuadro donado. 

Un lienzo que la parroquia de San Félix de Lugones recibe ahora «agradecida por la vinculación que tiene con nuestra parroquia, este misterio de la vida de Nuestra Señora. Pero además, con el cariño de saber que perteneció a Don Luis Marino». 

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